Benjamín Segoviano
La XV Soccer World Cup se otorgó a Estados Unidos en 1985, en compensación porque el torneo de 1986 se adjudicó a México. La designación desató críticas debido a la escasa tradición balompédica de ese país, pero los resultados demostraron que la elección fue acertada, pues la cifra total de espectadores y el promedio por partido establecieron marcas aún vigentes, además de que la liga estadounidense cobró gran impulso.
A las eliminatorias se inscribieron un total de 144 países, entre ellos los recientemente surgidos tras la disolución de la Unión Soviética, Yugoslavia y Checoslovaquia, así como una Alemania reunificada. Quedaron sorpresivamente eliminados Inglaterra y Francia, al igual que Uruguay. Debutaron Grecia, Nigeria y Arabia Saudita, y reaparecieron Noruega, Bolivia y Suiza, luego de su primera participación en 1938, 1950 y 1966, respectivamente.
Dado que uno de los boletos correspondientes a Concacaf fue para el país sede, esta vez a la zona se dio solo pase y medio. México, tras la crisis de 1990, tuvo como técnicos a Mario Velarde como interino, y luego a Manuel Lapuente, que renunció tras perder 2-0 ante Estados Unidos en la Copa de Oro, así que se eligió sorpresivamente a César Luis Menotti, quien estuvo al frente durante la primera fase eliminatoria. Renunció al terminar la misma, cuando Televisa recuperó el control federativo y nombró a Miguel Mejía Barón como DT.
México y Canadá avanzaron directamente a la segunda etapa, mientras que caribeños y centroamericanos debieron jugar sendas fases preliminares. En la ronda siguiente, el Tri estuvo en el Grupo A, junto a Honduras, Costa Rica y el novato San Vicente y Granadinas. Venció inicialmente a los caribeños en Kingstown por 4-0, luego en casa a catrachos (2-0), ticos (4-0) y nuevamente a San Vicente por un abultado 11-0, pero fue derrotado en San José 2-0 y empató en Tegucigalpa a un tanto, aunque calificó como líder. En esta etapa, los tricolores usaron el estadio de la Ciudad de los Deportes, puesto que Televisa, molesto por haber perdido la dirigencia de la Femexfut, se negó a prestar el Azteca.
Para la ronda final, se realizó un cuadrangular con los cuatro calificados: México, Honduras, El Salvador y Canadá. Los verdes iniciaron con derrota en San Salvador de 2-1. Recuperaron terreno batiendo en casa a todos sus oponentes: 3-0 a los hondureños, 3-1 a los salvadoreños y 4-0 a los canadienses, para enseguida golear de visitantes a Honduras 4-1.
Sin embargo, el pase debió definirse hasta la última fecha en Hamilton, pues el cuadro de la hoja de maple podía terminar en primer lugar si lograba el triunfo. Los aztecas lograron una apurada victoria por 2-1, para así volver a la senda mundialista.
Previamente al campeonato estadounidense, México había participado por vez primera, como invitado, en la Copa América 1993, donde sorprendió a propios y extraños al conseguir el subcampeonato con un futbol de excelente nivel técnico, así que su presencia en el Campeonato del Mundo creó cierta expectación.
Sin embargo, ya en el Mundial, México, que había sido encuadrado en el Grupo E junto a Italia, Irlanda y Noruega, cayó ante los vikingos, rivales aparentemente accesibles, en el RFKMemorial Stadium de Washington, por 1-0, con tanto de Djetil Rekdal. El Tri alineó a Jorge Campos; Claudio Suárez, Juan José Ramírez Perales, Raúl Gutiérrez (Marcelino Bernal) y Ramón Ramírez; Ignacio Ambriz y Joaquín del Olmo; Hugo Sánchez, Luis García, José Alves Zague y Luis Cadáver Valdez (Benjamín Galindo). Aunque los verdes presionaron, no pudieron empatar; incluso Zague falló increíblemente en la misma línea de meta.
La derrota obligaba a los mexicanos a ganar su siguiente partido, frente a Irlanda, dirigida por Jackie Charlton, quien no se cansaba de demeritar al conjunto azteca. Para este duelo, Bernal sustituyó a Gutiérrez, Alberto García Aspe a Ramón Ramírez, Jorge Rodríguez a Valdez y Carlos Hermosillo a Hugol. Ya en el encuentro, ingresarían Raúl Gutiérrez por Del Olmo y Luis Miguel Salvador por Hermosillo. El Tri realizó un gran encuentro en el Citrus Bowl de Orlando. Luis García anotó los dos goles; los británicos descontaron por conducto de John Aldridge. México falló varias ocasiones de aumentar la diferencia.
El último duelo, ante la poderosa Italia, otra vez en Washington, era decisivo. México repitió alineación; más tarde entraría Juan Carlos Tilón Chávez por García. La calidad de la squadra azurra puso las cosas difíciles para los aztecas, sobre todo cuando Daniele Massaro puso el 1-0 en el marcador apenas al iniciar el segundo lapso, pero nueve minutos después un disparo lejano, fuerte y raso de Bernal se coló a un ángulo del marco italiano para el empate.
La combinación de resultados arrojó un cuádruple empate en puntos y diferencia de goles entre los integrantes del bloque, pero México, con un gol más anotado, pasó como primero, seguido de Irlanda e Italia. Noruega, con solo una anotación, quedó fuera.
Tocó en suerte a los mexicanos enfrentar en octavos de final a Bulgaria, cuadro que había llegado al Mundial tras eliminar a Francia en París, con un gol en el último segundo de Emil Kostadinov. Por el conjunto americano, volvió Ramón Ramírez en lugar de Gutiérrez y alineó Benjamín Galindo por Del Olmo. Apenas iniciado el partido, a los 6’, Hristo Stoichkov puso el 1-0, pero a los 18’ García Aspe igualó de pénalti. Emil Kremenliev y Luis García fueron expulsados. El marcador ya no se movió y debieron tirarse pénaltis para definir un ganador. Por el Tri anotó Suárez, pero enseguida fallaron Rodríguez, Bernal y García Aspe, mientras que por los europeos acertaron Iordan Letchkov, Daniel Borimirov y Boncho Genchev; erró Krasimir Balakov, pero de cualquier modo los aztecas debieron hacer maletas.
El torneo del soccer
El comité organizador dispuso nueve estadios para la competencia, casi todos de futbol americano acondicionados para el soccer, entre ellos uno totalmente cubierto y con pasto artificial, el Pontiac Silverdome de Detroit. Aunque al inicio el público estadounidense se interesó muy poco por el torneo, el desempeño paulatino de la selección local terminó por atraer la atención de propios y extraños.
La inauguración tuvo lugar en el Soldier Field de Chicago, con el partido Alemania-Bolivia, del Grupo C, que ganaron los germanos por 1-0 con gol de Klinsman. Importa destacar que el árbitro mexicano Arturo Brizio expulsó a los 82’ a Marco Antonio Diablo Etcheverry, considerado el mejor jugador boliviano de la historia, por una falta rigorista. Como además fue suspendido dos partidos, solo jugó cuatro minutos en lo que sería su único mundial.
Formaban parte del mismo bloque España y Corea del Sur. Los hispanos no pudieron derrotar a los asiáticos (2-2), pero sacaron un empate con los teutones (1-1) y ganaron 3-1 a Bolivia, que a su vez igualó con los coreanos, mismos que se despidieron dejando una grata impresión pese a caer 3-2 ante Alemania, que calificó junto a los españoles.
El Grupo A lo integraron el conjunto local, Rumania, Colombia y Suiza. Los sudamericanos se habían convertido en grandes favoritos luego de que, en una soberbia exhibición, golearan como visitantes 5-0 a Argentina durante las eliminatorias. Sin embargo, fueron la gran decepción, vencidos por Rumania 3-1 y Estados Unidos 2-0, así que de nada les sirvió ganar 2-0 a Suiza, que antes había vapuleado a los rumanos (4-1). Los helvéticos dividieron puntos con EEUU, víctima a su vez del cuadro de los Cárpatos, que fue líder del grupo, seguido por Suiza y la escuadra de casa. Colombia volvió con pena y sin gloria. Aún peor, pues a su regreso un hincha enloquecido mató a balazos al defensa Andrés Escobar, quien había hecho un autogol frente a Estados Unidos. El futbol se cubrió de luto.
Brasil, Suecia, Rusia (ya no URSS) y Camerún formaron el Grupo B, donde los sudamericanos solo dejaron ir un punto en su último enfrentamiento, frente a los suecos (1-1), tras haber derrotado a los rusos 2-0 y goleado a los africanos 3-0. El cuadro camerunés nada tenía que ver con el de cuatro años antes: aunque inició con una igualada a dos anotaciones contra Suecia, en su último choque fue aplastado 6-1 por Rusia, que sin embargo también fue eliminada tras caer 3-1 ante los escandinavos.
Ya vimos lo que ocurrió en el Grupo C, ganado por Alemania.
En el D se agruparon Argentina, Nigeria, Bulgaria y Grecia. Aquí pasó de todo. El cuadro pampero, que había tenido que ir al repechaje contra Australia para llegar al Mundial, inició a tambor batiente goleando 4-0 a Grecia, con Maradona en plan grande. Enseguida venció a Nigeria 2-1, pero al terminar este duelo vino el escándalo: se detectó droga en la orina de Diego y fue expulsado del torneo. El conjunto che no volvió a ser el mismo y perdió ante Bulgaria 2-0, aunque de todas maneras calificó como uno de los mejores terceros. Pasaron en primero los africanos, merced a sus triunfos contra búlgaros (4-0) y griegos (2-0), y en segundo Bulgaria, que también se aprovechó de la inocente Grecia: 4-0. El cuadro helénico terminó último del campeonato, con 10 goles en contra y ninguno a favor. ¡Quién iba a decir que 10 años después ganarían la Eurocopa!
El Grupo E fue el de México, así que solo queda por reseñar lo ocurrido en el F, formado por Países Bajos y Bélgica, además de Arabia Saudita y Marruecos. El cuadro neerlandés venció 2-1 a árabes y marroquíes, pero fue derrotado 1-0 por los belgas, que también dieron cuenta de los africanos por igual marcador. La sorpresa llegó por parte de los saudíes, que se impusieron 2-1 a Marruecos y 1-0 a Bélgica para decretar un triple empate en seis puntos y misma diferencia de goles, aunque Bélgica tuvo un gol menos y pasó como tercero. Países Bajos fue líder por haber ganado su encuentro ante Arabia, que obtuvo el segundo lugar.
El tetra brasileño
Ya se vio que en octavos de final Bulgaria confirmó su buen desempeño tras dejar fuera a México, cobrándose la revancha de 1986. En los otros siete encuentros, Alemania derrotó dificultosamente a Bélgica 3-2; España se deshizo fácilmente de Suiza por 3-0; Suecia frenó el sorprendente paso de Arabia Saudita, imponiéndose 3-1, y en uno de los juegos más esperados, Rumania confirmó su calidad, con Gheorghe Hagi, el “Maradona de los Cárpatos”, como mariscal de campo, y eliminó a una desmoralizada Argentina por 3-2.
A su vez, Países Bajos ganó 1-0 a Irlanda; Italia, con un genio en el mediocampo llamado Roberto Baggio, derrotó con mucha suerte 2-1 a Nigeria, que se despidió dejando en la mente de muchos aficionados el recuerdo de nombres selváticos como Amokachi, Amunike y otros, así como las atractivas danzas con que celebraban sus goles. Por último, Estados Unidos, que tenía como director técnico a Bora Milutinovic, vendió cara su derrota frente al poderoso Brasil, que apenas pudo ganar por la mínima diferencia.
Siete europeos y un americano continuaban con vida en cuartos de final. Italia logró eliminar a España por 2-1 en un disputado partido, en el que el árbitro Sandor Pohl perdonó al defensor italiano Mauro Tassotti una expulsión -y el pénalti que debió marcar- por un codazo en el área con que rompió el tabique nasal al jugador Luis Henrique. Posteriormente, la FIFA sancionó al jugador azurri con ocho juegos de suspensión y castigó al silbante.
Por otro lado, Brasil y Holanda escenificaron uno de los mejores juegos del campeonato en el Cotton Bowl de Dallas, que se definió a favor de los amazónicos por 3-2, con goles de sus estrellas Romario y Bebeto y uno más de Branco. En tanto, en el Giants Stadium de Nueva York, Bulgaria demostró su categoría de equipo al imponerse 2-1 a Alemania, bajo la guía de su capitán Hristo Stoichkov. Otro equipo sensación, Rumania, empató a 2 goles frente a Suecia, pero los pénaltis le fueron desfavorables y los escandinavos llegaron a semifinales por tercera vez en su historia, luego de Brasil 1950 y en su propio país en 1958.
En semifinales, los búlgaros al fin se vieron detenidos por la squadra azurra, con dos goles del Divino Baggio en la primera media hora de juego. Aunque Stoichkov descontó de pénalti a los 44’, los italianos lograron su pase a la final. En el otro choque, Brasil ganó con cierta dificultad a los sorprendentes suecos. Los escandinavos, donde brillaban jugadores como el arquero Tomás Ravelli y los delanteros Martin Dahlin, Tomas Brolin y Keneth Andersson, obtuvieron el tercer puesto por goliza de 4-0 sobre una cansada Bulgaria.
Se repetía la final del Mundial 70, entre Brasil e Italia, otra vez en tierras norteamericanas, pero en distinto país, aunque el juego estuvo muy distante del brillante espectáculo de 24 años atrás. Prevalecieron los nervios y las defensas, pese a que ambas escuadras contaban con atacantes de enorme calidad. El resultado luego de 120 minutos, empate sin goles, es fiel reflejo de lo ocurrido. En la serie de pénaltis, fallarían los mejores jugadores italianos, Franco Baresi y Roberto Baggio, con lo que el scratch obtendría su tetracampeonato.
Los goleadores fueron Hristo Stoichkov y el ruso Oleg Salenko, con seis tantos cada uno.
Benjamín Segoviano
Profesor de carrera, periodista de oficio y vagabundo irredento. Amante de la noche, la música, los libros, el futbol, la cerveza y el cine. Inclinado a escribir acerca de mi ciudad, mi país y su gente, con feliz disposición a la plática entre amigos y a los viajes por el territorio nacional, en un perenne intento de reflejar en escritos esas experiencias.