Ben Segram
- Ya se hizo costumbre que las inauguraciones, sean de Olimpiadas o Copas del Mundo, incluyan un escenario de mega discoteque con láseres multicolores, artistas de moda (lo de hoy, son los coreanos) con atuendos posmodernos, en los que destacan las pesadas botas de obrero -eso sí: de charol- que actualmente usan todas las adolescentes.
- Lo malo de organizar un campeonato en un país sin tradición futbolera es que el ambiente de un partido puede terminar semejándose a una final colegial. El encuentro de ayer entre Ecuador y Qatar acabó tan “animado” que al final parecía un juego entre la Vocacional 5 y la Prepa 12, con gran parte del público retirándose en cuanto lo dominó el aburrimiento.
- Por lo mismo, el país sede tuvo que inventarse una nueva selección con un puñado de jugadores nacionalizados (¿por amor a la patria adoptiva?), dirigidos por un técnico español, a fin de armar un conjunto mínimamente competitivo, algo en lo que, de acuerdo con lo visto frente a Ecuador, fracasaron absolutamente, pues el nivel demostrado por el cuadro local hace temer que será cruelmente vapuleado por los Países Bajos, aunque quizá pueda defender la honra ante Senegal, ya que los equipos africanos son tan impredecibles que un día le ganan al campeón mundial y al siguiente parecen llaneros de segunda fuerza.
- Ya comenzaron los mexicanos a poner en exhibición su permanente ridículum vitae, unos introduciendo tequila a sabiendas que está ultra prohibido o bien atrayendo la atención con ruidosas bocinas y tenis fosforescentes, y otros en casa inventándose fake news de un supuesto castigo a latigazos al tenochca transgresor de las normas anti etílicas, chismes que se propagan no de boca en boca, sino a través de la globalizada vecindad facebookera.