Benjamín Segoviano
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, reconocido pelotero aficionado, alentaba cada día a la novena. Fueron miles los memes; millones, los comentarios sobre el torneo e incluso los programas dedicados al balompié se vieron obligados a hacer lugar a la marcha del combinado azteca. Los ponches, jonrones, hits y la enorme atrapada de Randy Arozarena ante Puerto Rico embelesaron a los fanáticos y a los no tanto. El beisbol recobró gran parte de la fuerza que antaño lo hizo el deporte más popular del país.
Todo inició con una nota casi perdida en los espacios informativos: México había caído 5-4 contra Colombia en su debut dentro del Clásico Mundial de Beisbol. Hubo quienes alzaron la ceja porque los criollos, si bien juegan aceptablemente, no son precisamente una potencia beisbolera, pero realmente el resultado importó a muy pocos.
Sin embargo, entre las notas políticas ya cotidianas, la terrible violencia -que se cobró la vida de una menor de secundaria a causa de una pelea con otra compañera-, la muerte del actor Ignacio López Tarso, los avances del Tren Maya y el triste seguimiento de la guerra en Ucrania, esa noticia deportiva parecía una de tantas.
El tema empezó a crecer cuando, inesperadamente, México dio una paliza en su segundo choque al enemigo histórico, Estados Unidos, por 11-5. Entonces, muchos se pusieron a buscar qué diablos era eso del Clásico Mundial de Beisbol, competencia que por quinta vez reunía en un torneo oficial a las mejores selecciones del mundo, con jugadores profesionales y también una que otra escuadra integrada por aficionados.
El tercer duelo de la novena mexicana, frente a Gran Bretaña (sí, aunque no lo crea, allá también practican beis), saldado con una nueva victoria por 2-1, puso por fin en las primeras planas al conjunto azteca, que pasó casi de inmediato a los titulares principales tras el trepidante y emotivo encuentro de cuartos de final frente al poderoso equipo de Puerto Rico, ganado 5-4 por el conjunto tricolor, en un final no apto para cardiacos.
Repentinamente, por vez primera en muchos años, el beisbol ganó atención al futbol en los programas deportivos. Las redes se llenaron de mensajes de aliento a los peloteros mexicanos que daban la cara en el torneo. La expectación previa al duelo semifinal ante Japón -dos veces campeón- llenó el fin de semana, que se redondeó con el triunfo de Checo Pérez en el Gran Premio de Arabia Saudita.
Y es que el beisbol fue, durante décadas, el deporte de conjunto más popular del país, lugar que -si acaso- solo peleaba el boxeo, que tantos campeones nos ha dado. El llamado “rey de los deportes” acaparaba, hasta la mitad del siglo pasado, la preferencia en el noroeste, el norte y el sureste del territorio, desde Baja California a Tamaulipas; de Chihuahua a Aguascalientes; de Tabasco a Yucatán. En el centro del país, se repartía la afición con el balompié. Quizá solo en Jalisco y el Bajío imperaba el futbol.
Sin embargo, el advenimiento de la televisión en la década de 1960, sumado al IX Campeonato Mundial de 1970, celebrado en México, provocó un furor balompédico que, pese a los modestos logros internacionales de nuestra selección, no dejó de crecer hasta acaparar la atención de la mayoría de la población masculina. Para finales de los años ‘70, el futbol era ya el gran deporte masivo, impulsado por horarios estelares en la TV y una enorme estructura publicitaria, que relegó al beisbol a segundo o tercer plano.
También, el hecho de que el juego de los batazos apareciera solo intermitentemente en el programa olímpico, y en varias ocasiones apenas como deporte de exhibición, limitó su expansión. Cuando por fin se le incluyó, participaron únicamente selecciones amateurs. Por ello, cuando en 2005 se decidió crear el Clásico Mundial de Beisbol, se dio un gran paso adelante para su crecimiento a nivel planetario.
Si bien, en los dos primeros torneos, los equipos acudieron por invitación, para la edición de 2023 tuvieron que realizarse eliminatorias, a fin de contar con 20 selecciones finalistas, muestra evidente del alcance que la competencia ha logrado. Ahora se cuenta con equipos de gran parte del mundo. México, ubicado en la región más beisbolera del globo, ha estado en las cinco ediciones del Clásico, torneo equivalente a la Copa del Mundo de Futbol.
La selección mexicana logró pasar a la segunda ronda en los campeonatos de 2006 y 2009, pero en los años 2013 y 2017 fue eliminada a las primeras de cambio. Esta vez, llegó hasta semifinales, donde fue derrotada 6-5, en un apretado y emocionante juego, por Japón, que a la postre resultaría campeón. Sin embargo, la actuación de la escuadra fue tan relevante que, por primera vez en mucho, muchísimo tiempo, el beisbol arrebató la atención del público al futbol, cuya selección, para colmo, tuvo una gris actuación en Qatar 2022.
Y para un país con cerca de 130 millones de habitantes, contar con un deporte masivo que pelee el rating al futbol y sus corruptelas, está bien… muy bien.
Benjamín Segoviano
Profesor de carrera, periodista de oficio y vagabundo irredento. Amante de la noche, la música, los libros, el futbol, la cerveza y el cine. Inclinado a escribir acerca de mi ciudad, mi país y su gente, con feliz disposición a la plática entre amigos y a los viajes por el territorio nacional, en un perenne intento de reflejar en escritos esas experiencias.