Querides, les escribo entre notificaciones del SAT y el ruido de la licuadora porque, aunque el mundo se caiga, la rutina no perdona. Y mientras yo intento pagar mis impuestos como ciudadana de bien, el PAN en Guanajuato anda haciendo lo mismo… pero con su credibilidad.
Sí, mis adorades, el partido que durante décadas fue sinónimo de orden, familia y misa de 12, hoy parece más un grupo de WhatsApp mal administrado: puro emoji de fuego, exalcaldes resentidos, diputados desvelados y un administrador que dejó el grupo sin avisar. ¿Dónde está el dirigente estatal? Nadie sabe. Tal vez en retiro espiritual. Tal vez viendo si en el PRI aceptan transferencias tardías.
Mientras tanto, ¿a quién le echan la culpa de todo? Pues a Libia, la gobernadora. Porque cuando el papá se va por cigarros, la mamá termina regañando a todes. Y claro, ahora los hermanitos rebeldes, esos que coquetean con lo que quieren llamar “México Republicano”, ya hasta le mandaron abogados cristianos a denunciarla penalmente. Por el bien, por la patria y, al parecer, por el diezmo.
La denuncia viene como esas cadenas de oración que te mandaban por Messenger: absurda, mal redactada y con amenazas celestiales. Pero no la subestimen, mis cielas. Es parte de algo más grande: una estrategia para convertir el púlpito en trinchera política. Porque si no puedes con el PAN, funda tu iglesia. O tu partido. O ambas. Y si puedes hacer que parezca que la gobernadora te persigue, mejor.
La paradoja es deliciosa: quienes por años exigieron disciplina, hoy son los primeros en organizar motines disfrazados de cruzadas morales. Eso sí, con hashtags y abogados. Y mientras tanto, Libia gobierna entre misas ajenas, balazos reales y selfies institucionales. No es fácil gobernar cuando la oposición vive en tu casa, duerme en el cuarto de visitas y además te roba el WiFi.
En fin, aquí seguimos: viendo cómo el PAN se disuelve como pastilla efervescente y cómo la ultraderecha le pone nombre fancy a su berrinche. Les dejo besos en sus cachetitos sudados y les pido que si ven al dirigente panista, le digan que se le extraña… aunque sea para echarle la culpa de algo.
Ajá.