Por: Don Politik

La pregunta sobre quién ha sido el mejor gobernador de Guanajuato en las últimas dos décadas y media fue planteada a Grok, y la respuesta tiene un valor especial: no se trata de una opinión aislada, sino de un análisis comparativo apoyado en datos, contexto histórico y procesamiento inteligente de información. La inteligencia artificial permite observar tendencias y patrones que muchas veces quedan ocultos en el debate político.
Desde el año 2000, Guanajuato ha tenido cinco mandatarios panistas que reflejan continuidad, pero también contrastes. Juan Carlos Romero Hicks consolidó la transición y dio estabilidad institucional con un sello académico. Juan Manuel Oliva impulsó el periodo de mayor crecimiento económico y de infraestructura, con récords en inversión extranjera y respaldo electoral. Miguel Márquez fortaleció políticas sociales, aunque su gobierno ya enfrentaba el crecimiento de la violencia. Diego Sinhue Rodríguez apostó por la “mentefactura” y en consolidar el sistema de salud frente a la federación, profesionalizó a las Fuerzas de Seguridad, pero su sexenio quedó marcado por la crisis de violencia que opacó sus aciertos. Finalmente, Libia Dennise García Muñoz Ledo, primera mujer en gobernar el estado, parte con una alta aprobación inicial y la expectativa de resolver el problema más urgente: la inseguridad.
El análisis de Grok identifica una paradoja: Guanajuato construyó un “triángulo virtuoso” de inversión, empleo y salud que ha dado estabilidad y crecimiento, pero su talón de Aquiles ha sido la seguridad. Ninguno de los mandatarios logró revertir la espiral de violencia, y esa limitación es la que impide hablar de un “mejor” gobernador en términos absolutos.
Si el criterio es el desarrollo económico, Oliva es el referente. Si la prioridad son los servicios públicos, Sinhue tiene argumentos. Romero Hicks queda como el arquitecto institucional, Márquez como el gestor social en tiempos difíciles, y Libia como la apuesta a futuro, obligada a demostrar que puede romper inercias.
La lección que deja el análisis es contundente: ya no basta con crecer en exportaciones o inaugurar infraestructura. Lo que definirá a un verdadero “mejor” gobernador es su capacidad de garantizar seguridad y movilidad social. En palabras simples, que el crecimiento económico se traduzca en bienestar tangible y en una vida más segura para la gente.
La conclusión editorial es clara: el mejor gobernador de Guanajuato aún está por escribirse. Grok muestra con datos que, si Libia Dennise logra resolver la seguridad sin sacrificar la economía, no sólo será la mejor de los últimos 24 años, sino el nuevo punto de referencia para el futuro político del estado.