Benjamín Segoviano
El XX Campeonato del Mundo de Futbol fue organizado por Brasil, pues en el sistema de rotación creado por la FIFA correspondía llevarlo a cabo a un miembro de la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol). El país amazónico sería el quinto en repetir sede (los otros son México, Italia, Francia y Alemania), pues ya había sido escenario del torneo en 1950.
Para la competencia, se destinaron 12 estadios, que se ubicaban desde las populosas ciudades costeras del Atlántico, como Sao Paulo y Río de Janeiro, hasta el Amazonas (Manaus) y el pantanal (Cuiabá). El balón utilizado se llamó Brazuca y la mascota fue un armadillo de nombre Fuleco. Antes del torneo, hubo fuertes protestas de un sector de la población, debido a la enorme inversión requerida, no solo para el Mundial, sino para las Olimpiadas de 2016 en Río de Janeiro.
Para este Mundial, la FIFA estableció una tecnología con sensores para evitar “anotaciones fantasmas”, llamado sistema de detección automática de goles (DAG), usado para determinar, en jugadas dudosas, si el balón había cruzado o no la línea de gol. Fue asimismo el primer torneo transmitido en ultra alta definición o resolución 4K.
A las fases de clasificación se inscribieron 102 selecciones nacionales. Para Concacaf, se realizaron dos rondas preliminares, de las que surgieron seis equipos, que en la tercera fase se unieron a los seis mejor ubicados del área en el ranking FIFA, con los que se integraron tres grupos de cuatro escuadras cada uno, para que avanzaran al hexagonal final los dos primeros de cada bloque.
México, a la sazón dirigido por José Manuel Chepo de la Torre, fue integrado en primera instancia al Grupo B, junto a Costa Rica, El Salvador y Guyana. Sumó 18 puntos al ganar todos sus encuentros: 3-1 y 5-0 a Guyana; 2-1 y 2-0 a los salvadoreños, y 2-0 y 1-0 a los ticos. Sin embargo, tal dominio desapareció durante el hexagonal definitivo, que dejó al Tri al borde de la eliminación, pese a que se otorgaron tres boletos y medio a la zona, lo que obligó a cambiar de entrenador en tres ocasiones.
Bajo el mando del Chepo, no se pudo vencer ni anotar gol a Jamaica en el Azteca (0-0); en seguida, se logró un 2-2 en Honduras y vino luego otra igualada, ya como local, frente a Estados Unidos. Una victoria en Kingston, ante Jamaica (1-0), dio algo de respiro, mas todo volvió a complicarse con dos nuevos empates sin anotaciones: uno de visita en Panamá y otro en casa contra los ticos.
La gota que derramó el vaso fue la caída, el 5 de septiembre de 2013, frente a Honduras (1-2) en el mismísimo estadio Azteca. Cundió el pánico: De la Torre fue cesado y se nombró en su lugar a Luis Fernando Tena, quien había dirigido al equipo que obtuvo la medalla de oro en las Olimpiadas de Londres 2012, para el crucial duelo como visitante frente a EE.UU. Sin embargo, los primos recetaron al cuadro tricolor el clásico 2-0 en Columbus, Ohio.
Con las alarmas encendidas, se dijo adiós el Flaco Tena y se llamó en su lugar a Víctor Manuel Vucetich. Panamá, de visita, celebraba ya el empate a un gol en la capital mexicana, cuando una chilena espectacular de Raúl Jiménez, en el último minuto, salvó al equipo. El último encuentro, en San José, contra Costa Rica, fue dramático, pues los ticos se pusieron 2-1 en ventaja, mientras que Panamá iba ganando 1-0 a Estados Unidos, resultado que dejaba fuera al Tri. Cuando ya se cantaba la eliminación azteca, los estadunidenses dieron la vuelta a los canaleros, dando a sus vecinos del sur, milagrosamente, la oportunidad de jugar el repechaje.
Nuevamente, los dirigentes, nerviosos, cambiaron de técnico y colocaron a Miguel Piojo Herrera al frente del seleccionado, para afrontar los dos partidos de repesca contra Nueva Zelanda, triunfador de la zona de Oceanía. Ya no hubo más dificultades: los kiwis fueron goleados 5-1 en la antigua Tenochtitlan y liquidados 4-2 en el WestPac Stadium de Wellington.
Otra vez a octavos
En Brasil 2014, México se ubicó en el grupo A, donde se encontraba también el conjunto de casa, así como los representativos de Croacia y Camerún. Para el debut, ante el cuadro africano, Herrera colocó a Ochoa; Francisco Maza Rodríguez, Rafael Márquez, Miguel Layún, Héctor Moreno y Paul Aguilar; Héctor Herrera (Carlos Salcido), Giovani dos Santos y Andrés Guardado (Marco Fabián); José Juan Vázquez y Oribe Peralta (Javier Hernández). Por su lado, Volker Finke mandó a Charles Itandje; Benoit Assou-Ekotto; Nicolas N’koulou, Cedric Djeugoue y Aurelien Chedjou; Stephane Mbia, Alexandre Song y Eyong Enoh; Benjamín Moukandjo; Samuel Eto’o y Eric Choupo Moting.
El juego se efectuó bajo un diluvio en la Arena das Dunas de Natal. Fue claramente dominado por México. El árbitro anuló dos tantos legítimos a Giovani dos Santos en el primer tiempo; no obstante, tras varias fallas de la delantera mexicana, Oribe Peralta resolvió un rechace del arquero para hacer el gol y definir el marcador con que terminó el encuentro (1-0). Del temible Camerún de los años 1980 no quedaba más que el recuerdo.
El segundo partido, en el estadio Castelao de Fortaleza, fue contra el súper favorito, Brasil, que había despachado a Croacia 3-1 en su primer duelo. Herrera repitió cuadro y posteriormente hizo ingresar a Marco Fabián por Herrera, Raúl Jiménez por Giovani y Javier Hernández por Peralta. A su vez, Luiz Felipe Scolari colocó a Julio César; Dani Alves, Thiago Silva, David Luiz y Marcelo; Paulinho, Fred y Neymar; Óscar, Ramires y Luiz Gustavo. Entraron de cambio Jo, William y Bernard.
Como era de esperarse, los amazónicos, impulsados por la fervorosa torcida, tuvieron el balón gran parte del encuentro, mientras México se agazapaba a la espera de un contragolpe. Fue Guillermo Ochoa quien se vestiría de héroe, con atajadas al menos a tres disparos que iban con las peores intenciones, una de ellas equiparable a la famosa parada que Gordon Banks hizo a Pelé en 1970. Pero no fue un dominio abrumador el del scratch, ya que el Tri tuvo también varias oportunidades en disparos de media distancia que estuvieron cerca de incrustarse en el arco rival.
Dado que, en el otro encuentro del grupo Croacia había goleado 4-0 a Camerún, el tercer duelo de México, frente al conjunto europeo, resultaba decisivo para la calificación a octavos de final. El Tri saltó a la Arena Pernambuco de Recife con la misma alineación e hizo casi los mismos cambios, con excepción de Carlos Gullit Peña, quien ingresaría por Peralta, mientras que Nico Kovac, técnico croata, mandó a Stipe Pletikosa; Darijo Srna, Vedran Ćorluka, Dejan Lovren y Šime Vrsaljko; Iván Rakitić, Danijel Pranić, Ivan Perišić, Luka Modrić e Ivica Olić, y Mario Mandžukić. Previamente, algunos comentarios de jugadores croatas que minimizaban al cuadro azteca calentaron el ambiente, de forma tal que los tricolores salieron decididos a saldar cuentas con los balcánicos.
La primera parte fue un duelo en medio campo, con abundancia de faltas y oportunidades para ambas escuadras, pero en el segundo México se fue encima, hasta que Guardado hizo un disparo que el defensa Srna desvió con ambas manos sin que el árbitro marcara el clarísimo penal. La decisión no desmoralizó al Tri y sí pareció galvanizarlo, pues hizo tres goles en 10 minutos, por conducto de Márquez, Guardado y Hernández. Sin embargo, es justo señalar que, aun con el 3-0 en contra, Croacia siguió luchando, hizo un tanto por conducto de Perisic y estuvo muy cerca de hacer otro, pero un Ochoa inspirado detuvo un disparo a bocajarro.
En el otro juego del Grupo A, Brasil había también goleado a un desmoralizado Camerún, un equipo en crisis en el que los jugadores terminaron peleando entre sí. El scratch avanzó en primer lugar, mientras que México calificaba a octavos de final por sexta ocasión consecutiva.
Robben se roba el show
El conjunto tricolor enfrentó en octavos de final a los Países Bajos, que había ganado el Grupo B con aplastante superioridad. El juego se realizó en Fortaleza, donde Herrera metió a Salcido por el suspendido José Juan Vázquez. Luego, Diego Reyes ingresaría por Moreno, Javier Aquino por Dos Santos y Hernández por Peralta. Louis van Gaal puso a Jasper Cillessen, Ron Vlaar, Stefan De Vrij, Paul Verhaegh (Memphis Depay), Daley Blind, Nigel de Jong (Bruno Martins), Georginio Wijnaldum, Wesley Sneijder, Arjen Robben, Dirk Kuyt y Robin van Persie (Klaas Jan Huntelaar).
A pesar de los prejuicios y complejos que suelen presentarse en el medio futbolístico mexicano, estuvieron frente a frente dos escuadras de alto nivel técnico, pero el Tri dominó la mayor parte de los primeros 45 minutos a su rival, mas no pudo reflejarlo en el marcador. Apenas iniciada la segunda parte, un gran disparo de Giovani se alojó en la portería naranja y puso el 1-0. El resto del tiempo, los tulipanes se fueron encima en busca del empate, exponiéndose a su vez a contraataques, pero la insistencia europea rindió frutos a dos minutos del final, con un riflazo de Sjneider para el 1-1.
Entonces Arjen Robben y el árbitro se robaron el espectáculo. Ya en tiempo de compensación, el holandés disputó una pelota en el área azteca, que Márquez intentó detener. Apenas sintió el pie del defensa mexicano, el delantero se dejó caer cuan largo es, el silbante portugués Pedro Proenca se tragó el cuento y marcó penal, que Huntelaar hizo efectivo: 2-1. La polémica fue monumental. La frase “no era penal” quedó grabada con fuego por la dolorosa eliminación tricolor y hasta la fecha es motivo de discusión. Hay quienes aseguran que sí hubo falta, pero los videos no son concluyentes. Jugadas como esa conducirían a la FIFA a la creación del video arbitraje, el ahora famoso VAR.
El campeón, humillado
No escasearon las sorpresas en los otros grupos. En el B, el campeón España fue eliminado tras un comienzo humillante en el que fue goleado 5-1 por Holanda, que abrió el marcador con un impresionante gol de cabeza de Van Persie, un tanto para la historia. También cayó 2-0 frente a Chile, que cobró venganza de su derrota en 2010. El cuadro naranja pasó en primero, ya que derrotó también a Australia (3-2) y a los andinos (2-0), ganadores del segundo boleto luego de vencer a los canguros 3-1. El decapitado monarca se consoló con una inútil goleada de 3-0 sobre los australianos.
En el Grupo C, Colombia sumó nueve puntos con un futbol brillante en el que destacaba una luminaria de nombre James Rodríguez. Los sudamericanos ganaron sus tres juegos: a Grecia 3-0, a Costa de Marfil 2-1 y a Japón 4-0, calificando en primer lugar. El segundo sitio fue para los helénicos, con un empate sin goles con el cuadro africano y una victoria de 2-1 sobre los nipones, que acabaron en último lugar, pues también cayeron ante los marfileños por 2-1.
El Grupo D era considerado el “de la muerte”, ya que agrupaba a tres ex campeones: Italia, Inglaterra y Uruguay. Sin embargo, la “Cenicienta” del bloque, Costa Rica, dio la gran sorpresa y terminó en primer lugar, con victorias de 3-1 sobre los charrúas y 1-0 ante los azurri, además de un empate sin goles con los ingleses. Los uruguayos se repusieron de su derrota frente a los ticos y ganaron a británicos (2-1) e italianos (1-0), para pasar en segundo lugar. La squadra había vencido también al conjunto de la rosa (2-1), pero de cualquier modo los dos equipos europeos quedaron fuera.
Ocurrió lo contrario en el Grupo D, donde Francia y Suiza eliminaron a Ecuador y Honduras. Los galos solo dejaron ir un punto ante los ecuatorianos (0-0), pero golearon 3-0 a los hondureños y 5-2 a los helvéticos para alcanzar el primer lugar. Los suizos, a su vez, se impusieron a sudamericanos (2-1) y catrachos (3-0), que fueron últimos de bloque, al ser vencidos igualmente 2-1 por Ecuador.
El Grupo F fue dominado por Argentina con tres triunfos, aunque todos apretados: 2-1 sobre Bosnia-Herzegovina, 1-0 contra Irán en el último minuto y 2-1 ante Nigeria. El conjunto africano quedó segundo, luego de empatar sin goles con los asiáticos e imponerse por la mínima diferencia a los europeos. Los bosnios superaron en el juego restante a los iraníes por 3-1.
Alemania encabezó el Grupo G gracias a una goleada de 4-0 sobre Portugal, un empate sin goles contra Ghana y un triunfo apenas de 1-0 frente a Estados Unidos, que sin embargo logró el segundo puesto tras cobrar revancha de los dos mundiales anteriores ante los ghaneses por 2-1 e igualar a dos tantos con los lusitanos, que se despidieron imponiéndose 2-1 al cuadro africano.
El Grupo H fue ganado por Bélgica, con tres cerradas victorias sobre Argelia (2-1) Rusia (1-0) y Corea del Sur (1-0). El otro boleto lo obtuvieron los argelinos, derrotando 4-2 a los coreanos e igualando a un gol con los rusos, los cuales habían empatado frente al conjunto asiático a un gol.
Por cierto, en el duelo entre Uruguay e Italia, el delantero charrúa Luis Suárez fue detectado por las cámaras mordiendo en el hombro al defensa Giorgio Chiellini, tercera ocasión que hacía algo parecido. La FIFA sancionó al jugador uruguayo con una pena considerada excesiva e ilegal. Días después, Suárez se disculpó públicamente con Chiellini y con los aficionados, a través de Twitter.
Europa vs. América
En la fase de octavos de final, los encuentros fueron sumamente parejos y, con escasas excepciones, los resultados se definieron apenas por un gol de diferencia o en pénaltis. Ya vimos lo ocurrido entre México y Holanda; ahora daremos un vistazo al resto de los partidos.
Brasil sufrió seriamente para dejar fuera a un equipo de Chile que jugó verdaderamente bien en el estadio Mineirao de Belo Horizonte y tuvo oportunidades de ganar, lo que debió ser una advertencia para el scratch. El resultado, empate a un gol, obligó al lanzamiento de pénaltis, donde el conjunto de casa fue más acertado. Los andinos quedaron eliminados, pero dejaron una grata impresión con su juego, en el que destacaban Gary Medel, Arturo Vidal y Alexis Sánchez.
Colombia, en cambio, continuó su gran paso, ahora en el Maracaná de Río de Janeiro, y se impuso 2-0 a Uruguay, con dos goles de James, el primero de ellos una verdadera obra de arte. El mismo marcador recetó Francia a Nigeria en el Estadio Nacional de Brasilia, en tanto Costa Rica debió recurrir a los pénaltis para dejar fuera a los tozudos griegos, tras empatar a uno en 120 minutos.
Alemania batalló seriamente antes de vencer en tiempo extra 2-1 a Argelia, en el estadio Beira Río de Porto Alegre, e igualmente sufrió Argentina con los suizos, a los que solo pudo derrotar con un gol in extremis (al minuto 118) de Di María, en la Arena Corinthians de Sao Paulo. También a prórroga se fue el emocionante y disputado encuentro entre Bélgica y Estados Unidos, en la Arena Fonte Nova, de Salvador, finalmente favorable a los europeos por 2-1.
Así las cosas, en cuartos de final quedaron cuatro equipos del Viejo Mundo y otros cuatro americanos, entre los que destacaba la sorprendente Costa Rica. El primer calificado a semifinales fue Alemania, que pudo vencer por el mínimo tanteador de 1-0 a Francia en la cancha de Maracaná. Mientras tanto, en Fortaleza, Brasil hizo buenos los pronósticos y al fin frenó las aspiraciones de Colombia (2-1), que mostró demasiado respeto por los entorchados de su rival.
En Brasilia, Argentina hizo lo suficiente para lograr apenas un triunfo de 1-0 sobre Bélgica, con solitario gol de Higuaín. Y en Salvador, Costa Rica obligó a los neerlandeses a llegar a la última instancia para definir el último semifinalista. Países Bajos siguió con suerte en los pénaltis y se colocó nuevamente entre los cuatro mejores. Los ticos, con un portero eficaz como Keylor Navas y un gran mariscal llamado Bryan Ruiz, terminaron invictos y obtuvieron el reconocimiento general.
La debacle brasileña
Las semifinales enfrentarían a las dos escuelas dominantes del balompié mundial: por un lado, el futbol europeo de gran fuerza, velocidad y eficacia, y del otro el sudamericano de mayor toque e improvisación, aunque ya era notorio para entonces que muchos jugadores del viejo continente poseían un nivel técnico que nada tenía que envidiar a los del nuevo mundo, e incluso lo superaban.
En Sao Paulo se vieron las caras argentinos y holandeses. El choque fue sumamente parejo; ambos equipos tuvieron llegadas peligrosas y ocasiones de anotar, pero finalmente se impusieron las defensas y el resultado fue empate sin anotaciones. En la serie de pénaltis, los pamperos resultaron mejores y avanzaron a la final.
El otro encuentro, entre Brasil y Alemania, fue catastrófico para los auriverdes, traumatizante para la torcida y asombroso para el resto del mundo. El cuadro de casa no pudo soportar la presión de verse obligado a ganar el título, entró en crisis nerviosa y se desmadejó totalmente frente a un bien asentado cuadro germano. Los goles de Müller, Klose, Kroos (2), Khedira y Schürrle (2) cimbraron al universo futbolero, que no podía creer lo que sucedía. El gol de Óscar, al minuto 90, fue poco consuelo para un país que para entonces lloraba a mares. El 7-1 no fue un nuevo “maracanazo”, como en 1950, porque el encuentro se realizó en el Mineirao de Belo Horizonte, pero sí dejó una marca a hierro y fuego en la autoestima del balompié brasileño, de la que aún no se recupera.
El antiguo scratch du oro continuó con la moral por los suelos en el encuentro por el tercer lugar y fue batido por los Países Bajos 3-0 en la capital brasileña. Para muchos, la causa del enorme fracaso del conjunto local fue la pérdida de su identidad futbolera, sacrificada desde mucho tiempo atrás para favorecer un balompié “a la europea”, pragmático y basado más en el marcaje y en el físico que en los indudables atributos técnicos de los futbolistas amazónicos.
La final tuvo lugar en Maracaná y constituyó la tercera de la historia entre alemanes y argentinos. El partido fue intenso, con precauciones, pero no falto de emoción. Lionel Messi, el mejor jugador del mundo y sobre quién se ponía la responsabilidad de llevar a la escuadra albiceleste a su tercer título, se esforzó por llevar peligro al área teutona, pero sendas fallas de Gonzalo Higuaín, de Rodrigo Palacio y de él mismo impidieron abrir el marcador. A los 88’, el técnico germano, Joachim Löw, hizo un cambio que resultaría trascendental, con el ingreso de Mario Götze por Klose.
El partido se fue a tiempo suplementario, donde continuaron las emociones de uno y otro lado, hasta que, a los 113’, el recién ingresado Götze recibió un balón dentro del área, lo mató con el pecho y, sin dejarlo caer, soltó un zurdazo que se incrustó a la izquierda del portero argentino Sergio Chiquito Romero. Aunque abatidos, los pamperos no dejaron de insistir, mas no pudieron empatar.
Alemania conseguía su cuarto título gracias a una generación de talentosos futbolistas en los que destacaban Manuel Neuer, el capitán Philipp Lahm, los medios Bastian Schweinsteiger, Mesut Özil y Toni Kroos y los delanteros Thomas Müller y Miroslav Klose, este último convertido en el jugador con más goles en mundiales, con 16, arriba de los 15 que había sumado Ronaldo, aunque el máximo romperredes en Brasil 2014 fue el colombiano James Rodríguez, con seis anotaciones. Lionel Messi ganó el trofeo al mejor jugador, en otra muy cuestionada decisión.
Benjamín Segoviano
Profesor de carrera, periodista de oficio y vagabundo irredento. Amante de la noche, la música, los libros, el futbol, la cerveza y el cine. Inclinado a escribir acerca de mi ciudad, mi país y su gente, con feliz disposición a la plática entre amigos y a los viajes por el territorio nacional, en un perenne intento de reflejar en escritos esas experiencias.