La tercera ola llegó
del virus Sars-Cov 2
y como si fuera poco
sin vacuna nos halló.
Los papás ya no hallaban
con los hijos que hacer
y que las escuelas abrieran
para no enloquecer.
Tan igualitaria la muerte
con el virus conspiró
y cansada de los viejos
a los jóvenes acechó.
Grandes y chicos ahora
son presas sin distinción
para seguir engrosando
las criptas en el panteón.
Las escuelas se abrieron
el júbilo sobresalió
los riesgos se minimizaron
había que volver al salón.
Espaciados y por turnos,
unos sí y otros no,
de igual manera volvieron
a estar frente al pizarrón.
Los maestros temerosos
Desconfiaban de la acción
y aunque era voluntario
la mayoría regresó.
La Cansino les tocó
por vacuna a los docentes
como la OMS no la aprueba
algunos andan renuentes.
La pandemia no ha pasado
la muerte sigue acechando
todos los que no se cuidan
huesos los está esperando.
El aislamiento social
nuevos conocimientos trajo;
aunque paradójicamente
nos dejará sin trabajo.
Las cifras se discutían
de muertes en el país
y en el Inegi los números
se cambiaban en un tris.
La vacunación seguía
AstraZeneca y Sputnik,
Pfizer, Cansino y Moderna
a destajo se ponían.
El gobierno era rebasado,
a pesar de tanto esfuerzo,
y la muerte no cejaba
en su cometido perverso.
La migración continuaba
miles y miles marchaban
desafiando los peligros
que en su camino encontraban.
Hondureños y cubanos
junto a haitianos caminaban,
de Colombia y Venezuela
todos juntos avanzaban.
La Migra ya rebasada
por la inmensa caravana
apoyo pide a la Guardia
y de represión es acusada.
Los migrantes en su afán
de mejor vida encontrar
a la muerte comedida
sin trabajo encontrarán.
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Loth Olvera Arredondo, profesor jubilado. Egresado de la licenciatura en Filosofía por la UNIVA.