Redacción / Cabo Cañaveral, EE.UU.
La misión no tripulada de la NASA Artemisa I, que tiene como objetivo preparar el camino de exploración lunar para el envío posterior de astronautas, despegó con éxito este miércoles desde el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral (Florida) tras intentarlo cuatro veces.
El cohete SLS, con una altura superior a un edificio de 30 plantas (98 metros), se elevó con toda su fuerza a la 01:47 horas abriéndose paso en la oscuridad de la noche junto con la nave espacial Orión acoplada.
Durante la preparación del despegue, la NASA detectó una “fuga intermitente” de hidrógeno líquido en la válvula de reabastecimiento en la etapa central del cohete y tuvo que enviar a la plataforma un “equipo rojo” de especialistas para ajustar los conectores.
La NASA ha tenido que retrasar cuatro veces la partida de la misión, dos por razones técnicas y otras dos por causas meteorológicas.
Para este evento, la NASA proporcionó una transmisión en vivo y en inglés y español, que incluyó entrevistas con miembros de la misión y comentarios en directo durante el despegue a cargo de la astronauta de la NASA, Kayla Barron.
Barron regresó recientemente de la Estación Espacial Internacional (EEI) con la misión Crew-3 de SpaceX y la NASA.
Igualmente, Joann Morgan, ingeniera del Apolo 11, la primera misión de la historia en lograr que un ser humano llegara a la Luna en 1969, envió un saludo a la misión lunar Artemisa I.
“Es un gran día”, dijo el administrador de la NASA, Bill Nelson.
Al menos unas 15.000 personas llenaron la zona del lanzamiento, y miles más acudieron a las playas y carreteras cercanas para presenciar la esperada heredera del Proyecto Apollo, que llevó a 12 astronautas a la Luna entre 1969 y 1972. También se formaron multitudes ante los centros de la NASA en Houston y Huntsville, Alabama, para ver el espectáculo en pantallas gigantes.
La gente estalló en vítores cuando el cohete se elevó hacia el espacio, dejando un enorme rastro de llamas. Los edificios temblaron como remecidos por un terremoto.
“Para la generación Artemisa, esto es para ustedes”, dijo la directora de lanzamiento, Charlie Blackwell-Thompson, poco antes del despegue, en referencia a los nacidos después del Programa Apollo.
“Se han ganado ustedes su lugar en la historia”, dijo Blackwell-Thompson a su equipo tras el despegue. “Forman parte de una primera vez. No ocurre muy a mundo. Una vez por carrera, quizá. Pero todos formamos parte algo increíblemente especial: el primer lanzamiento de Artemisa. El primer paso para volver a llevar nuestro país a la Luna y a Marte”.
El objetivo general del programa Artemisa de la NASA es devolver a los humanos a la Luna por primera vez en medio siglo y establecer una base allí como paso previo para llegar a Marte.
La última misión de la NASA en la que sus astronautas pisaron la Luna se remonta a Apolo 17, que se llevó a cabo entre el 7 y el 19 de diciembre de 1972.
Durante los 42 días de misión, la NASA busca poner a prueba el cohete SLS (siglas en inglés de Sistema de Lanzamiento Espacial), el cual está potenciado con cuatro motores RS-25 y dos propulsores adjuntos, unas características que le ofrecen un 15 % más de potencia que el cohete Saturno usado en las misiones Apolo, según ha dicho la NASA.
El cohete SLS ha costado a la NASA unos 4.000 millones de dólares.
De igual forma, se medirán las capacidades de la nave Orión, en la que pueden caber hasta cuatro tripulantes, es decir uno más que la Apolo, y con reservas de agua y oxígeno que le permitirían unos 20 días de viaje independiente.
Orión no lleva tripulación, pero si todo el hardware funciona satisfactoriamente, los astronautas subirán a bordo para una futura serie de misiones cada vez más complejas, a partir de 2024.
En esta ocasión, el asiento del comandante en Artemisa I está ocupado por un “moonikin” (del inglés “Luna” y “maniquí”) que lleva el nombre de Arturo Campos, quien fue clave para traer el Apolo 13 de regreso a la Tierra de manera segura.
El papel de Campos es probar el mismo traje espacial que usarán los astronautas de Artemis durante el lanzamiento, la entrada y otras fases dinámicas de sus misiones.
“Todo lo que estamos haciendo con este vuelo Artemisa I, lo estamos viendo a través de la lente de lo que podemos probar y lo que podemos ver que reducirá el riesgo para la misión tripulada Artemisa II”, explicó el astronauta de la NASA, Randy Bresnik.
Dos horas después de este lanzamiento, y tras separarse del cohete SLS, la Orión continuará por su cuenta un trayecto que en total cubrirá unos 2,1 millones de kilómetros.
La nave, con tres maniquíes a bordo que recopilan datos para ayudar a futuras tripulaciones, volará cerca de la Luna, a unas 62 millas (casi 100 km) de su superficie, y luego entrará en una órbita lunar lejana en la que llegará a situarse a más de 61.000 kilómetros del satélite terrestre, es decir hasta donde no ha llegado ninguna otra cápsula para tripulación.
Igualmente, viajan con Artemisa I diez minisatélites CubeSats de investigación, cada uno del tamaño de una caja de zapatos, que se desplegarán para tomar varias trayectorias tras la partida de Orión hacia su órbita lunar.
Entre los CubeSats está el LunaH-Mapa, una pequeña nave espacial que producirá un mapa detallado de porciones de la superficie lunar mediante el uso de tecnología de espectroscopia de neutrones.
A su regreso, a Orión le espera otra dura prueba, como es descender con éxito frente a las costas de San Diego, en California (EE.UU.), con apoyo de once paracaídas y en el que deberá aminorar de forma vertiginosa los 40.000 km/h de velocidad con la que alcanzará la atmósfera de la Tierra, un momento en que soportará hasta 2.760 grados centígrados de temperatura.
A esta misión le seguirá, en 2024, la primera tripulada del programa, la Artemisa II, que hará el mismo trayecto, y se espera que con Artemis III, previsiblemente en 2025, toquen suelo lunar la primera mujer y hombre de color que viajen a la Luna.
(Con información de AFP, AP, EFE)