Benjamín Segoviano
El XVI Campeonato Mundial de Futbol se otorgó a Francia, con lo que se convirtió en el tercer país en ser dos veces sede del torneo (México e Italia eran los otros dos), luego del que organizó en 1938. La FIFA determinó aumentar el número participantes finales a 32, así que tanto África como Asia y la zona Norte, Centroamérica y el Caribe contaron con mayor número de invitados. A la fase de clasificación se inscribieron 174 equipos.
Con el incremento de competidores, se determinó formar ocho grupos con cuatro equipos, de cada uno de los cuales saldrían dos calificados a octavos de final, donde iniciarían los juegos de eliminación directa. El país galo destinó para la competencia 10 estadios, incluido el ultramoderno y flamante Stade de France. También se acordó conceder tres puntos por victoria en lugar de dos y se creó el “Gol de Oro”, por el cual, en caso de empate, ganaría el primer equipo que anotara en el tiempo extra.
Otra novedad fue que se terminó con el privilegio que tenían los conjuntos cabezas de serie de jugar en una sola sede, pues ahora todos los equipos debían trasladarse y efectuar sus partidos de grupo en tres ciudades distintas, lo que favorecía a la justicia competitiva. Además, se autorizó realizar tres cambios, más el del portero.
El país anfitrión, clasificado de oficio, volvía al torneo mundialista, luego de no acudir ni a Italia ni a Estados Unidos. También regresaron Inglaterra, Chile, Paraguay, Irán y Túnez, a la vez que hubo tres debutantes: Japón y Jamaica, así como Croacia, una de las naciones surgidas de la ex Yugoslavia. En cambio, el bicampeón Uruguay volvió a quedar fuera, e igualmente resultaron eliminados Suecia, tercer lugar en 1994, y Rusia.
En el área de Concacaf, nuevamente hubo dos rondas preliminares entre los equipos considerados más débiles del Caribe y Centroamérica, mientras que las seis selecciones mejor clasificadas -México entre ellas- pasaron directamente a semifinales, donde se integraron tres grupos de cuatro equipos. Los dos primeros lugares de cada uno irían a un hexagonal final, del cual saldrían los tres boletos para Francia ‘98.
En la fase de grupos, el Tri fue colocado junto a Honduras, Jamaica y San Vicente y las Granadinas. El cuadro vicentino fue goleado en Kingstown (3-0) y en el Azteca (5-1), donde también se derrotó a jamaiquinos (2-1) y catrachos (3-1), pero las visitas a estos dos últimos terminaron con derrotas tricolores: en Kingston 2-1 y en Tegucigalpa 1-0. No obstante, México avanzó a la última etapa, aunque como segundo lugar, atrás de los reggae boys.
Durante el hexagonal, los mexicanos mejoraron su actuación y no perdieron ningún encuentro, destacando goleadas en casa a Canadá por 4-0, Jamaica 6-0 y El Salvador 5-0. También se derrotó a los salvadoreños de visita por 1-0 y el resto de sus partidos terminaron en empate: 0-0 y 3-3 con Costa Rica, 2-2 y 0-0 con Estados Unidos, 2-2 con Canadá y 0-0 con Jamaica. De esa forma, el Tri, manejado por Bora Milutinovic, quedó en primer lugar. Sin embargo, a pocos meses del Mundial, el serbio-mexicano fue inesperadamente cesado, pese a los buenos resultados, y se nombró en su lugar a Manuel Lapuente.
Ya en el Mundial, México formó parte del Grupo E, junto a la temible Holanda, Bélgica y Corea del Sur. Para el debut, en el estadio Gerland de Lyon, salieron al campo Jorge Campos; Claudio Suárez, Duilio Davino y Pavel Pardo; Ramón Ramírez, Alberto García Aspe (Marcelino Bernal), Rodrigo Lara, Braulio Luna (Jesús Arellano) y Jaime Ordiales (Ricardo Peláez); Cuauhtémoc Blanco y Luis Hernández. Por su lado, el técnico coreano Cha Bum Kun alineó a Kim Byung Ji; Le Minsung, Kim Taeyoung y Hong Myunbo; Yoo Sang Chul, Kim Do Keun, Noh Jung Yoon, Ko Jong Soo, Lee Sang Yoon y Ja Seok Ju, con Kim Do Hoon como delantero.
Luego del nerviosismo de los primeros minutos, los asiáticos aprovecharon un tiro libre, ejecutado por Ja Seok Ju y desviado por un defensa, para el 1-0 con que terminó el primer tiempo. Se temió lo peor, pues México había llegado a Francia tras una serie de resultados desastrosos en partidos de preparación, que no auguraban nada positivo. Sin embargo, Lapuente hizo cambios al comenzar la segunda parte que cambiaron el panorama, a lo que ayudó también la expulsión del coreano autor del gol. Peláez empató a los 50’ y, en el tramo final del encuentro, dos tantos de Hernández dieron cifras definitivas: 3-1.
Para el segundo duelo, contra Bélgica, ahora en el Parc Lescure de Burdeos, Joel Sánchez sustituyó a Lara y Francisco Palencia a Luna; posteriormente ingresaron Germán Villa por Ordiales, Lara por García Aspe y Arellano por Palencia. El técnico belga, Georges Leekens, puso a Filip de Wilde; Gordan Vidovic, Vital Borkelmans y Eric Deflandre; Lorenzo Staelens, Franky Van Der Elst, Marc Wilmots, el veterano Enzo Scifo y Danny Boffin; Luis Oliveira y Luc Nilis. Posteriormente ingresarían Glen de Boeck, Gert Verheyen y Emile Mpenza.
El inicio fue desastroso. Al cuadro azteca le costó trabajo asentarse y Campos salvó al menos un gol inminente. Para colmo, Pardo fue expulsado apenas al minuto 13, de forma que, antes de finalizar el primer tiempo, Wilmots aprovechó dos errores defensivos para colocar el 2-0 con que terminó la primera parte. Mas otra vez la cara del conjunto mexicano cambió radicalmente en el segundo lapso: García Aspe acortó distancias a los 55’ y Blanco empató a los 62’ con un tanto espectacular, a pase de Ramón Ramírez, para el 2-2 final.
Sin embargo, todo estaba por definirse. Los dos cuadros europeos habían empatado sin goles entre sí y Holanda había goleado sin piedad a Corea del Sur por 5-0, convirtiéndose en uno de los favoritos al título por su futbol espectacular y efectivo. En la última jornada, Bélgica enfrentaría al equipo en teoría más débil, mientras que los aztecas tendrían que vérselas con la poderosa escuadra naranja. Lapuente alineó esta vez a cuatro defensas, con el ingreso de Salvador Carmona por el suspendido Pardo; Villa reforzó la media en lugar de Ordiales y Palencia dejó su sitio a Luna. Los tulipanes, dirigidos por Guus Hiddink, salieron con Erwin Van Der Sar; Michael Reiziger, Jaap Stam, Frank de Boer y Arthur Numan; Wim Jonk, Ronald de Boer y Phillip Cocu; Edgar Davids, Dennis Bergkamp y Marc Overmars. Ingresaron después Winston Bogarde, Aron Winter y Jimmy Floyd Hasselbaink.
El encuentro se efectuó en el Stade Geoffroy-Guichard de Saint Étienne. El comienzo no pudo ser más desalentador, pues apenas a los 4’ Cocu puso el 1-0; a los 7’ Ramón Ramírez fue expulsado y a los 18’ Ronald de Boer colocó el segundo gol holandés. Países Bajos jugaba por nota y pudo aumentar el marcador en varias ocasiones, pero falló. Con solo 10 hombres y frente a un inspirado rival, se temió lo peor para los aztecas.
Entonces, Lapuente decidió arriesgar todo: ingresaron Arellano por Luna y a Peláez por Joel Sánchez. El Tri sacó fuerzas de flaqueza, se asentó en el campo y comenzó a nivelar las acciones, pese a la desventaja numérica. A 15 minutos del final, Peláez desvió un balón entre dos defensas para poner el 2-1. En plena efervescencia tricolor, Blanco, dentro del área chica, tocó un balón a la red, pero el tanto fue anulado por fuera de lugar. No obstante, el conjunto mexicano no dejó de luchar. Ya en tiempo de compensación, un largo despeje superó a la defensa holandesa, Hernández corrió tras la pelota y la empujó para el 2-2, al minuto 94’. Fue uno de los goles más emotivos en la historia mundialista de la selección y dio el pase a octavos de final, pues coreanos y belgas terminaron igualados a uno.
“Ayudita” a Alemania
El cruce de resultados puso a México frente a Alemania. Los fantasmas de 1978 y 1986 volvieron a asomar. El duelo se efectuó en el Stade de la Mosson de Montpellier. Los germanos, amplios favoritos, salieron con Andreas Koepke, Christian Woerns, Joerg Heinrich (Andreas Moeller), Thomas Helmer (Christian Ziege) y Markus Babbel; Lothar Matthaeus, Thomas Haessler (Ulf Kilster) y Didi Hamann; Michael Tarnat, Juergen Klinsmann y Oliver Bierhoff. Por el Tri, las modificaciones fueron el regreso de Pardo en lugar de Carmona, Lara por el suspendido Ramón Ramírez y Palencia por Luna.
El encuentro fue emotivo y controversial. Los alemanes dominaron la mayor parte de la primera mitad, sin poder anotar, pero apenas comenzado el segundo tiempo, Cuauhtémoc filtró un balón por la derecha al Matador Hernández, quien burló a un defensa y disparó para vencer a Koepke. Casi enseguida, Arellano, que había ingresado por Palencia, emprendió una carrera desde media cancha al área rival, se infiltró y, al tiempo que disparaba, fue derribado en un claro pénalti; el balón pegó en un poste, cayó a los pies de Blanco, quien centró a Hernández, que solo ante el marco entregó el balón al portero.
Los alemanes se fueron con todo sobre el arco mexicano, pero sus intentos de empatar eran infructuosos. Vino entonces una decisión técnica de Lapuente que resultaría fatídica: movió a Lara de la media a la defensa central y puso a Suárez adelante, confiando en que la estatura de Rodrigo ayudara a detener los “globitos” que una y otra vez mandaban los germanos, pero un envío al área pasó en medio de las piernas del defensor mexicano, lo que aprovechó Klinsmann para empatar a los 75. No fue todo, a cuatro minutos del final, un centro medido fue cabeceado sólidamente por Bierhoff para hacer el 2-1.
Alemania pasó a cuartos de final y México se quedó en la orilla. Pero está la mancha del penal sobre Arellano que pudo ser el 2-0. La regla especifica que “ante faltas de esta naturaleza, los árbitros prioritariamente deberán aplicar la Ley de la Ventaja, sin impedir, de no cumplirse de inmediato dicha ventaja, volver atrás y aplicar la sanción disciplinaria y técnica correspondiente”. Es decir, como el gol no cayó, el silbante debió volver atrás y marcar la pena máxima. ¿Por qué no lo hizo? Solo él lo sabe.
Sorpresa nigeriana
Brasil integró el Grupo A junto a Noruega, Escocia y Marruecos. Los amazónicos terminaron de líderes tras vencer a los británicos 2-1 y golear 3-0 a los africanos, pero fueron sorprendidos y derrotados 1-0 por los escandinavos, que así calificaron en segundo lugar, pues habían igualado a uno con los escoceses y a dos con los “leones del Atlas”, que se despidieron con goliza de 3-0 a Escocia, último del bloque.
El Grupo B lo encabezó Italia, que solo cedió un punto frente al Chile de Iván Zamorano y Marcelo Salas (2-2) y derrotó 3-0 a Camerún y 2-1 a Austria. El resto de los partidos terminó en empate a uno entre los demás conjuntos, por lo que los andinos calificaron en segundo.
El cuadro de casa estuvo en el Grupo C junto a Dinamarca, Sudáfrica y Arabia Saudita, por lo que aparentemente era el más débil. El equipo francés, una verdadera legión extranjera (solo ocho jugadores eran hijos de ambos padres franceses) se alzó con el primer puesto, con goleadas de 3-0 y 4-0 sobre africanos y árabes, respectivamente, y victoria de 2-1 frente a los daneses, quienes se llevaron el segundo lugar con triunfo mínimo sobre los saudíes y 2-1 ante los sudafricanos. Las escuadras eliminadas empataron entre sí 2-2.
España, Paraguay, Nigeria y Bulgaria formaron el Grupo D. Los nigerianos, dirigidos por nuestro conocido Bora, dieron la primera gran sorpresa imponiéndose a los ibéricos 3-2; enseguida liquidaron a los búlgaros 1-0 y calificaron, aunque en el último encuentro cayeron 3-1 frente a los paraguayos, que con esa victoria y sendos empates a cero ante hispanos y eslavos pasaron en segundo. Ya de nada sirvió la goleada española 6-1 sobre Bulgaria.
El Grupo E fue el de México. En el F, tanto Alemania como la RF de Yugoslavia sumaron siete puntos, tras empatar entre sí a dos tantos y derrotar a los otros oponentes, Irán y Estados Unidos, vencidos ambos 2-0 por los germanos y 1-0 por los yugoslavos. Los teutones lideraron el bloque. Los iraníes ganaron el juego restante 2-1 a EE.UU., colero del torneo.
Inglaterra, Rumania, Colombia y Túnez formaron el Grupo G. Los rumanos calificaron en primero tras vencer a 1-0 a los sudamericanos, 2-1 a los ingleses y empatar a un tanto con los tunecinos. Los británicos fueron segundos, tras aplicar sendos 2-0 a colombianos y africanos, que también fueron vencidos 1-0 por Colombia.
Finalmente, en el Grupo H, Argentina hizo buenos los pronósticos y avanzó en primer sitio imponiéndose 1-0 a Japón y Croacia y golear 5-0 a Jamaica. Los debutantes croatas también calificaron, luego de ganar a los nipones 1-0 y a los jamaiquinos por 3-1. Los caribeños se despidieron con triunfo de 2-1 sobre el cuadro asiático.
Zizou, el héroe galo
En los octavos de final comenzaron a definirse los candidatos al título. Ya vimos lo que pasó entre México y Alemania; ahora revisaremos el resto de los encuentros. En el Parque de los Príncipes de París, Brasil se deshizo fácilmente de Chile por 4-1. Con el mismo marcador, Dinamarca frenó a Nigeria en Saint-Denis; El Stade de Tolouse vio cómo Holanda derrotaba dificultosamente a la RF de Yugoslavia por 2-1, a la vez que en Marsella, Italia sufría para vencer por lo mínimo a los correosos noruegos.
Pero fue en Saint-Étienne donde se vio quizás el mejor partido del campeonato, un clásico entre Argentina e Inglaterra. Gabriel Batistuta puso en ventaja a los sudamericanos, de pénalti, a los 6’, pero solo cuatro minutos después igualó Alan Shearer, también desde la mancha penal. Un geniecillo de 18 años llamado Michael Owen hizo un golazo a los 16’ para el 2-1, hasta que a los 47’ Javier Zanetti logró el 2-2. Apenas reanudado el juego, David Beckham fue expulsado por falta, pero el marcador no se movió ni en tiempos extras. Los pénaltis fueron favorables a los pamperos, que avanzaron a cuartos de final.
El juego entre Francia y Paraguay también llegó a la prórroga, luego de los infructuosos intentos galos por perforar la meta de José Luis Chilavert en el estadio Felix Bollaert de Lens. Por fin, al minuto 113, Laurent Blanc logró anidar el balón en la meta contraria, decretándose la eliminación paraguaya por “gol de oro”, única vez que se aplicó esa regla ya desaparecida en una Copa del Mundo. Finalmente, Croacia dejó fuera por 1-0 a Rumania.
En cuartos de final, franceses e italianos no se hicieron daño e igualaron sin anotaciones luego de 120 minutos. La tanda de pénaltis llevó al cuadro local a semifinales y dejó fuera a los azurri. Por otro lado, en el estadio de La Beaujoire, en Nantes, brasileños y daneses escenificaron otro gran encuentro, que al final fue favorable por 3-2 a los tetracampeones.
Otro atractivo duelo se realizó en el estadio Velodrome de Marsella entre Holanda y Argentina, definido a favor de los tulipanes por 2-1, gracias a un soberbio gol de Dennis Bergkamp en el minuto 89, que deshizo el empate que habían establecido Patrick Kluivert y Claudio López. Por último, Croacia confirmó su gran paso y goleó 3-0 a Alemania, algo sorprendente para un país con apenas siete años de existencia y 3.5 millones de habitantes.
En las semifinales, Brasil y Holanda se enfrentaron en un duelo de poder a poder, sin que el resultado (1-1) produjera un ganador, así que debió recurrirse a los pénaltis, donde los sudamericanos mostraron mejor puntería. En el otro juego, Francia sufrió en demasía antes de superar 2-1 al excelente cuadro croata, que sin embargo todavía tuvo arrestos para vencer 2-1 a los Países Bajos en el juego por el tercer lugar, además de que su centro delantero, Davor Suker, sería campeón goleador con seis tantos.
La final consagraría a Zinedine Zidane, de origen argelino, como uno de los mejores jugadores franceses de la historia. Bajo su batuta, el conjunto local conseguiría superar sin discusión a un cuadro brasileño desconcentrado por una convulsión sufrida poco antes por Ronaldo, su máxima estrella, y que le impidió rendir a su nivel. El resultado, 3-0, permitió a los galos sumarse al exclusivo club de campeones del mundo, lo que originó un gigantesco festejo. Los amazónicos tendrían que esperar cuatro años más para volver por sus fueros.
Benjamín Segoviano
Profesor de carrera, periodista de oficio y vagabundo irredento. Amante de la noche, la música, los libros, el futbol, la cerveza y el cine. Inclinado a escribir acerca de mi ciudad, mi país y su gente, con feliz disposición a la plática entre amigos y a los viajes por el territorio nacional, en un perenne intento de reflejar en escritos esas experiencias.