Hola mis querides de la democracia accidentada
Hoy les traigo el nuevo episodio de nuestra serie favorita: “Guanajuato: traiciones, egos y políticos en modo ‘no me invitaron, me voy’”.
Primero, el PAN. Ay, el PAN… Ese partido ya no se divide, se hace harakiri con sonrisa institucional. Resulta que hay una estampida de patriotas de ocasión que se despiden muy dignos, diciendo que “no los representan”. Lo que no dicen es que no los metieron en la lista de cargos y pues, como no es lo mismo aplaudir que cobrar, pues bye. ¿Y qué queda? Un club de exsocios peleando por el logo y las contraseñas de Zoom.
Del otro lado, en el Partido Verde, mi Kikis Magaña se aventó una joyita: dejó a Sergio Contreras vestido, alborotado y sin línea. Que si por “convicción”… claro, pero no dijeron que era convicción en transferencia de color. Así, sin temblarle la pestaña, se cambió de fila como quien cambia de mesa en la boda porque no le gustó la botana.
Y bueno… Morena. Ay, Morena, si fueras un novio, serías ese que dice que te quiere, pero decide todo sin preguntarte. En Guanajuato hay liderazgos, militancia chambeadora… pero a la hora de decidir, todo baja desde Palacio Nacional como si los del estado no supieran ni usar el Google Maps. El dedazo no solo existe: está bronceado y con manicure.
Así que sí, mis adorades, la política guanajuatense sigue en su fase de realismo mágico: todos se traicionan, todos sonríen en las fotos y nadie sabe quién toma las decisiones. Pero como siempre, los únicos que no se ríen… son los de a pie, que se quedan mirando el show, con su voto en la mano y una ceja levantada.
Nos vemos la próxima. Cuídense de las dagas… y de las sonrisas con colmillo.
Besos democráticos