Benjamín Segoviano
Benito Mussolini se encontraba en la cúspide de su poder cuando se le otorgó a Italia la organización del II Campeonato Mundial de Futbol, el 13 de mayo de 1932, en reunión efectuada en Estocolmo, capital de Suecia. Se inscribieron 27 selecciones, por lo que la FIFA organizó por vez primera eliminatorias para contar con 16 finalistas.
El campeón Uruguay se negó a participar en represalia por el desaire europeo de cuatro años atrás; igual hizo Argentina, mientras Inglaterra siguió en su “espléndido aislamiento”.
El bloque de Norteamérica fue formado con Estados Unidos, México, Cuba y Haití. En una extraña determinación, se acordó que los dos equipos caribeños se eliminaran entre sí para que, posteriormente, el vencedor enfrentara al cuadro azteca y luego, el que se impusiera en ese duelo, definiera el pase frente a los estadounidenses… en Roma.
Otro dato curioso es que las rondas eliminatorias de la zona fueron no a dos, sino a tres partidos, por si había empate (en ese tiempo no se contaba el marcador global), así que los cubanos pasaron la primera aduana imponiéndose a Haití por 3-1, 1-1 y 6-0, respectivamente, pero a continuación fueron superados por México en dos juegos realizados en el Parque Necaxa, por marcadores de 3-2 y 5-1. El tercer encuentro, en el Parque España, terminó 4-1 también a favor nuestro.
Un largo viaje
Todo quedó dispuesto para que México buscara su pase al Mundial frente a los vecinos del norte. Los seleccionados, dirigidos por Rafael Récord Garza Gutiérrez, abordaron en Veracruz el buque Orinoco, que los llevó a través de un largo periplo, a través de los puertos de La Habana (Cuba), Bermuda (Bermudas), Vigo, La Coruña, Santander y San Sebastián (España), Southampton (Inglaterra) y Bolougne Sur-Mer (Francia), para luego efectuar un viaje en tren que tocó primero París y, por fin, arribó a la capital italiana.
A consecuencia del extenso viaje, los seleccionados llegaron pasados de peso. Intentaron recuperar la forma durante 12 días, y el 24 de mayo de 1934 saltaron a la cancha del Stadio Nazionale PNF de Roma los jugadores Rafael Navarro (portero), Lorenzo Camarena y Toño Azpiri (defensas), Guillermo Perro Ortega, Ignacio Calavera Ávila y Felipe Diente Rosas (medios), Vicente Chamaco García, Juan Carreño, Nicho Mejía, Manuel Alonso y Felipe el Siete Ruvalcaba (delanteros).
Bastante se criticó después que se alineara a Navarro en lugar del otro arquero, Fernando Riestra, que había sido el titular. Récord alegó que éste tenía un dolor en el hombro, aunque mucha gente pensó que había existido favoritismo hacia el primero. Los estadounidenses que salieron al pasto fueron Julius Hjulian; Czerkiewiecz y Morehouse; Leman, Goncálvez y Pietries; Gallagher, Werner Nilsen, Aldo Buff Donelli, Tom Florio y Willie Mc Lean.
Al igual que en otras ocasiones posteriores, México cayó durante varios lapsos en el juego fuerte y veloz de sus contrincantes, en lugar de recurrir a su mejor manejo de balón. Donelli, centro delantero hábil y fuerte, abrió el marcador a los 30’. Los aztecas se acordaron de que sabían tocar y, en una eficaz combinación, empataron por medio de Alonso.
El futbol de los primos consistía básicamente en despejes largos hacia Donelli, quien aprovechó una falla del Calavera Ávila para poner el 2-1 antes de terminar el primer tiempo. Para el segundo, luego de una enredada jugada entre el ariete gringo y Azpiri, el mexicano fue expulsado por el árbitro Yoused Mohamed. La formación de WM (*) azteca se deshizo, lo que aprovechó Buff para poner el 3-1, tras rematar un centro de Florio.
Por fin México volvió a lucir, sitió el área yanqui y acortó distancias con gol de Nicho Mejía, entre aplausos del público italiano, más un nuevo contragolpe culminó con nuevo tanto de Donelli, para el 4-2 final. Sería la única ocasión, hasta la fecha, en que Estados Unidos eliminaría al Tri antesde un torneo mundialista, y pasarían muchos años para que volvieran a ganarnos, pero la derrota fue muy dolorosa.
EE.UU. regresó pronto, pues ya en el Mundial tuvo la mala suerte de enfrentar en eliminatoria directa al cuadro local, Italia, que lo liquidó 7-1. El gol estadounidense fue, obvio, de Donelli. Días después, los azzurri sufrieron en serio para vencer, en dos partidos, a la mejor España que hubo antes de la que saldría campeona en 2010.
La descarada intervención del árbitro belga Luis Baert en pro de los italianos durante el primer choque fue una vergüenza, aunque no le faltó razón cuando afirmó que en realidad había salvado varias vidas humanas, luego de las veladas amenazas del Duce a sus seleccionados y al técnico Vittorio Pozzo. El cuadro de la bota logró vencer por la mínima a un disminuido cuadro hispano en el juego de desempate.
Las ayudas extradeportivas condujeron a la squadra azzurra a superar en semifinales al Wunderteam austriaco, que alineaba al genial Matthias Sindelar, el Mozart del Futbol, con gol anotado en claro fuera de lugar, y en la final a Checoslovaquia por 2-1.
Así obtuvo Italia su primera copa.
(*) La WM fue una de las primeras formaciones clásicas del futbol, nacida en 1925 en Inglaterra para contrarrestar una modificación al fuera de lugar. Los equipos se ordenaban en la cancha de acuerdo a los vértices de cada letra: dos defensas y tres medios formaban la W, mientras que dos interiores y tres delanteros hacían la M. De ese esquema surgirían posteriormente el 4-3-3, el 4-2-4 y el 4-4-2, así como los modernos y más flexibles sistemas de juego. También dio origen a la numeración tradicional del 1 al 11 en las camisetas de los jugadores.
Benjamín Segoviano
Profesor de carrera, periodista de oficio y vagabundo irredento. Amante de la noche, la música, los libros, el futbol, la cerveza y el cine. Inclinado a escribir acerca de mi ciudad, mi país y su gente, con feliz disposición a la plática entre amigos y a los viajes por el territorio nacional, en un perenne intento de reflejar en escritos esas experiencias.