Por: Don Politik

En México, donde la indignación dura menos que un video viral en TikTok, el poder ya no busca desmentir escándalos… ahora deja claro que distraer es mejor.
En estas semanas, dos figuras que parecen operar en distintos escenarios —el senador Adán Augusto López y el futbolista Javier “Chicharito” Hernández— jugaron un partido mediático en equipo, ya sea por cálculo o por coincidencia.
El escándalo que nadie quiere ver
Adán Augusto López Hernández fue señalado por posibles vínculos indirectos con el crimen organizado debido a su exsecretario de Seguridad de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, alias “El Comandante H”, actualmente prófugo con ficha roja de Interpol por presuntos delitos como asociación delictuosa, extorsión y secuestro .
Mientras tanto, la oposición —PAN y PRI— ha levantado querellas penales y exigido su desafuero . López, por su parte, compareció ante la Comisión Permanente y afirmó: “No me asusta presentarme ante ninguna autoridad, no necesito fuero” .
La distracción que detiene el reloj mediático
En paralelo, Javier “Chicharito” Hernández encendió su cuenta viral con declaraciones consideradas sexistas sobre el rol de la mujer, lo que detonó sanciones por parte de la Federación Mexicana de Fútbol —multas y apercibimientos— y críticas de la presidenta Claudia Sheinbaum . El video alcanzó cientos de miles de interacciones en TikTok e Instagram, y medios de entretenimiento lo amplificaron con titulares sobre redención, valentía masculina y catarsis pública.
¿Coordinado o casual? Estrategia de dopamina mediática
El timing es digno de análisis: mientras “Chicharito” copaba los timelines, las menciones a López se desplomaban. Pasaron de decenas de miles de menciones en un día a apenas una fracción —al calor de un fenómeno viral—. Si las plataformas como CrowdTangle o Trendsmap señalan amplificaciones automáticas o favorecidas, estaríamos ante una operación de distracción “quirúrgica” .
Estrategia de poder: el entretenimiento como tabla de salvación
El poder no necesita censurar hoy: basta con ofrecer algo más cautivante. El algoritmo prioriza emociones y polémicas personales. Así, emergen influencers arrepentidos, deportistas emotivos o comediantes llorosos… y mientras la audiencia se conmueve, deja de preguntar. Dopamina mediática: el flujo constante de contenido emocional desvía, embota el juicio crítico, y deja el escándalo político flotando sin respuestas.
No demonizamos al futbolista, pero…
No se trata de condenar sin matices. Puede ser genuino el proceso de “deconstrucción” de Hernández, y su disculpa pública—“lamento profundamente cualquier confusión o malestar… estoy escuchando y comprometido a mejorar”—tiene valor . Pero, políticamente, el momento y la viralización son sospechosamente convenientes para quienes protagonizan agendas incómodas.
El gran silencio… y el olvido viral
Hoy casi nadie habla ya de Adán Augusto: ni la presidencia, ni los legisladores, ni la prensa oficiosa. El foco ya giró. En México no hay impunidad… hay olvido viral. Y mientras aplaudes la vulnerabilidad de un futbolista, dejas de exigir transparencia política.
Este caso debe verse como un manual de comunicación política moderna: más que ocultar, se desplaza. Entender la manipulación de la economía de la atención —alimentada por algoritmos, emociones y contenidos superficiales— es clave para defender el discurso crítico y exigir rendición de cuentas en un ecosistema saturado y volátil.