Ben Segram
Mucho se celebró, en días previos al Mundial, a través de las redes sociales, que jugadores que rondan los 35 años continúen en actividad en el futbol de máxima exigencia. Sin embargo, después de la tercera jornada resulta evidente que, si bien la calidad se mantiene, no sucede igual con la velocidad ni con la resistencia física.
Tres ejemplos y una excepción. Lionel Messi (35 años) dio apenas chispazos de su indudable genialidad, pero no pudo superar a sus más jóvenes y ágiles marcadores árabes. Aquellos demoledores piques con los que destruía cualquier esquema defensivo no se vieron, e incluso le faltó fuerza en el cabezazo a bocajarro donde entregó la pelota al arquero.
Algo similar ocurrió con el mexicano Héctor Herrera (32 años). Mientras tuvo fuelle, filtró varios balones peligrosos e intervino él mismo en alguna acción, pero cuando intentó un dribbling dentro del área le quitaron el balón como a un niño su paleta, así que debió ser sustituido en la segunda parte.
El famoso Robert Lewandowski (34 años), al que muchos mexicanos quisieron ver como el “coco” de nuestros miedos infantiles, estuvo más clavado que un poste de la CFE, pocas veces dio visos de mayor movilidad, no pudo jamás con Edson Álvarez y tuvo que hacer uso de su estatura y corpulencia para lograr que el VAR le marcara un pénalti, que para colmo falló, convirtiendo a Ochoa, con sus 37 años, de villano en héroe (los porteros suelen durar más tiempo a buen nivel, como demostraron a su tiempo Dino Zoff y Gianluigi Buffon).
El aplauso se lo lleva Ángel Di María, que a sus 34 años hizo todo lo que estuvo en sus manos -menos el gol- para que Argentina evitara el ridículo, pero sus compañeros no correspondieron a tan finas atenciones y Arabia Saudita dio el campanazo.
Hinchas de poca fe
Es pronto para saber si esta selección mexicana pasará la fase de grupos, pero por lo pronto ha dejado en entredicho a sus críticos más bocones e irreflexivos, que vaticinaban una derrota similar a la de 1978 frente a los polacos (1-3), si no es que peor. No se ganó, es verdad, y hasta se pudo perder por el dichoso penal, pero también es cierto que el futbol del Tri fue muy superior al de los europeos, que en momentos se vieron inocentes y desesperados. Los incrédulos ahora dicen que Argentina, urgida de una victoria, será un vendaval que arrasará con el tricolor. Eso aún está por verse, pero no tienen remedio.