Benjamín Segoviano
México obtuvo la sede del IX Campeonato Mundial de Futbol en el Congreso realizado durante las Olimpiadas de Tokio 1964, imponiéndose en la votación a Argentina. Como país sede, no tuvo que participar en eliminatorias, por lo que dedicó todo el periodo intermedio a efectuar diversos juegos de preparación.
En 1969, una mal planeada y desastrosa gira europea le costó el puesto al técnico Nacho Trelles, con lo que se cortó de tajo, a poco más de un año del Mundial, una labor que se llevaba a cabo desde 1958, pese a que un año antes la selección había logrado resultados importantes en juegos amistosos, como un 2-1 sobre Brasil en el Azteca, con dos goles de Enrique Borja, que lo convirtieron en ídolo, y la primera victoria ante Hungría.
Por otro lado, el DT sustituto, Raúl Güero Cárdenas, había dirigido al Tri en 1968, durante una exitosa gira por Sudamérica, en la que se obtuvieron triunfos nada menos que frente a Uruguay, en la cancha del Centenario, por 2-0, y ante el Brasil de Pelé, en el mismísimo Maracaná, por 2-1. En el proceso hacia el torneo mundialista, quedaron fuera del tricolor ilustres veteranos y se integraron nuevos valores procedentes, sobre todo, de la selección que había competido en los Juegos Olímpicos de 1968.
La nueva edición de la Copa del Mundo fue tanto el final de una época como el inicio de otra. Por vez primera, todos los encuentros se transmitieron en vivo al mundo. Asimismo, se aprobó realizar dos cambios por equipo, pues, aunque parezca increíble, antes eso no era posible, por lo que si un jugador se lesionaba dejaba a su escuadra en desventaja. Además, se crearon las tarjetas amarillas y rojas para indicar amonestaciones y expulsiones.
También se consolidó el carácter ecuménico de la competición, con la participación de al menos un equipo de cada continente, con excepción de Oceanía. Por otro lado, en el camino quedaron fuera, entre otros, Argentina, eliminada por Perú; España, que debió ceder lugar a Bélgica, además de Hungría y Yugoslavia. A cambio, calificó Rumania y llegaron por vez primera Marruecos, Israel y El Salvador, que se benefició de la ausencia de México.
Por cierto, el balompié resultó detonante de una breve guerra entre Honduras y El Salvador, aunque la verdadera causa fue la expulsión e incluso el asesinato de campesinos salvadoreños asentados en Honduras desde tiempo atrás. Cuando, el 27 de junio de 1969, los catrachos fueron vencidos 3-2 en la Ciudad de México, en el juego de desempate para definir la clasificación al Mundial, la tensión existente desató las hostilidades, que duraron del 14 al 18 de julio, cuando se aceptó un cese al fuego. El saldo fue de entre 4 mil y 6 mil civiles muertos. A este episodio se le conoce como la “Guerra del Futbol”.
Para el torneo, se eligieron como sedes la Ciudad de México, Guadalajara, León, Puebla y Toluca, así que ni el norte ni el sur del país, en aquel tiempo eminentemente beisboleros, fueron escenarios. El Tri quedó encuadrado en el Grupo 1, junto a la URSS, Bélgica y El Salvador, colocado allí evidentemente para facilitar una eventual calificación azteca.
La inauguración se llevó a cabo el 31 de mayo. México enfrentó a la Unión Soviética con Ignacio Calderón; José Vantolrá, Gustavo Peña, Javier Kalimán Guzmán y Mario Pichojos Pérez; Héctor Pulido, Guillermo Hernández y Mario Velarde (Antonio Munguía); Javier Valdivia, Javier Fragoso y Horacio López. La URSS, ya sin figuras como Yashin, Sabo o Tchislenko, puso a Kavazahsvilli; Logofet, Chesternev, Kaplichn y Lovochev; Serebrinnikov (Puzach), Muntian y Asatiani; Nodia (Kmelnitzki), Bichevetz y Evriuzhikin. El resultado, empate a cero, es fiel reflejo del flojo partido que brindaron ambos contendientes.
Para el encuentro ante El Salvador, entraron José Luis Calaca González y Antonio Munguía en la media, en lugar de Pulido y Hernández. También salió Velarde, formándose la delantera con cuatro atacantes al ingresar Borja -quien sería sustituido por Juan Ignacio Basaguren- y Aarón Gansito Padilla, junto a Fragoso y Valdivia. Los centroamericanos jugaron con Magaña; Rivas, Mariona, Osorio y Vázquez; Quintanilla, Cabezas y Cortés (Monge); Rodríguez, Martínez y Aparicio (Méndez). El cuadro de casa pudo obtener una goleada de 4-0. Valdivia hizo dos tantos y Fragoso y Basaguren el otro par.
Para el último duelo de la fase de grupos, ante Bélgica, el único cambio fue el regreso de Pulido en lugar de Borja. Los europeos, a su vez, salieron con Piot; Heynles, Dewalque, Jeck, y Thissen; Van Moer, Dockx y Polleunis (De Vrindt); Smmeling, Van Himst y Puis. En un duelo lleno de nervios, cerrado y sin muchas emociones, México solo pudo ganar gracias a un pénalti rigorista, bien cobrado por el Halcón Peña. De cualquier modo, los aficionados celebraron entusiastamente el primer pase a cuartos de final de la historia.
Además de México, calificó en este bloque la Unión Soviética, que también derrotó a salvadoreños (2-0) y belgas (4-1); éstos, a su vez, vencieron 3-0 al cuadro centroamericano.
Pelé, un sol
En el Grupo 2, avanzaron los bicampeones Uruguay e Italia, no sin apuros, pues los charrúas perdieron frente a los suecos por 1-0, pero los favoreció la combinación de resultados. Quedaron fuera Suecia e Israel, que sorprendió al empatar a un gol ante los escandinavos y posteriormente también sin anotaciones frente a los italianos.
El Grupo 3 vio una exhibición de futbol brillante a cargo de Brasil, que se impuso en sus tres partidos: 4-1 a Checoslovaquia, donde Pelé estuvo muy cerca de anotar desde media cancha, ante la desesperación del portero Ivo Viktor; 1-0 a Inglaterra, en un juego muy parejo, en que el portero Gordon Banks detuvo increíblemente un remate a bocajarro de O’Rei, y 3-2 a Rumania. Los británicos pasaron en segundo puesto, gracias a sus victorias por la mínima frente a rumanos y checos.
El Grupo 4 fue ganado por Alemania, triunfante en sus tres encuentros. Perú también avanzó, tras imponerse a Bulgaria (3-2) y golear a Marruecos (3-0). Los africanos, vencidos en sus dos primeros choques, lograron un punto al igualar con los búlgaros.
En cuartos de final, México debió trasladarse a Toluca para enfrentar a Italia. Alinearon los mismos hombres que contra Bélgica, aunque ya en el partido ingresaron Isidoro Díaz por Munguía y Borja por Fragoso. Los europeos salieron con Enrico Albertosi; Tarsicio Burgnich, Pierluigi Cera, Roberto Rosato y Giacinto Facchetti; Bertini, Sandro Mazzola (Gianni Rivera) y Giancarlo de Sisti; Angelo Domenghini (Sergio Gori), Roberto Boninsegna y Luigi Riva.
Pese a los 2 mil 600 metros de altitud de la capital mexiquense, los azurri destruyeron las ilusiones aztecas con un contundente 4-1. Aunque los mexicanos iniciaron ganando con tanto de José Luis González, los italianos dieron la vuelta merced a un autogol de Guzmán, dos tantos de Riva y uno más de Rivera. A partir de entonces, el público local se volcó decididamente a favor de Brasil.
En la capital, los uruguayos dejaron fuera a la Unión Soviética por 1-0, en un juego poco lucido. En cambio, León presenció un encuentro épico entre alemanes e ingleses, en el que los británicos se vieron alcanzados tras ir en ventaja 2-0. Uwe Seeler hizo un tanto antológico casi con la nuca. En tiempo extra, Gerard Müller dio el pase a los teutones.
Finalmente, en Guadalajara, Brasil y Perú ofrecieron un gran espectáculo, con un futbol ofensivo, de ida y vuelta, que favoreció finalmente a los amazónicos por 4-2. No obstante la derrota, los incas demostraron porqué habían dejado fuera a Argentina, con un cuadro en el que brillaban figuras de la talla de Héctor Chumpitaz, Teófilo Cubillas y Hugo Sotil. Las semifinales enfrentaron a Italia con Alemania y a Brasil con Uruguay.
El juego entre los europeos, en el Azteca, ha sido llamado “el partido del siglo”, por las muchas emociones y volteretas que sucedieron a lo largo de 120 minutos, ya que en tiempo regular, cuando parecía que la squadra azurra ganaría por 1-0, un tanto postrero de Karl Heinz Schnellinger forzó la prórroga. Finalmente, los representantes del calcio se impusieron 4-3 a unos germanos que lucharon hasta el último aliento, con Beckenbauer impulsando a los suyos pese a tener una mano enyesada.
La otra semifinal vio triunfar a Brasil sobre los charrúas por 3-1, con Pelé en plan maestro tras hacer una finta inolvidable al portero Mazurkiewicz, para luego errar el gol por centímetros, aunque la jugada quedó en la memoria colectiva como una muestra más de la genialidad de Edson. Los orientales no pudieron contar con su estrella, Pedro Rocha.
El juego por el tercer lugar fue ganado por Alemania a unos uruguayos que se cansaron de fallar. Los charrúas, donde destacaban, además de Rocha, el gran portero Ladislao Mazurkiewickz, los defensas Atilio Ancheta y Roberto Matosas y el medio Luis Cubilla, tardarían muchos años para volver a llegar a esas alturas.
La final se efectuó el 21 de junio. En ella, Brasil confirmó todo lo bueno que había mostrado a lo largo del torneo. En el primer tiempo, Pelé abrió el marcador con un cabezazo imparable, pero la eternamente errática defensa carioca cedió un balón a Boninsegna, que aprovechó para empatar.
Pero en el segundo lapso, el scratch, conducido magistralmente por Gerson, digno sucesor de Didí; guiado por la genialidad de Pelé y complementado por cracks superlativos como Tostao, Jairzinho y Rivelino, fue un ciclón incontenible que hizo inútil el esfuerzo de sus grandes rivales: Facchetti, Mazzola, Riva y compañía. Gerson, Jairzinho y Carlos Alberto dieron forma definitiva al marcador de 4-1.
De esa manera, Brasil obtuvo en propiedad definitiva la Copa Jules Rimet. Pelé se consagró como la máxima estrella del futbol mundial, con tres campeonatos del mundo, más de mil goles en su haber y un enorme carisma. El campeón goleador fue el alemán Müller, con 10 anotaciones, y se dio la circunstancia de que no hubo ningún expulsado. Hasta la fecha, el mundial mexicano sigue considerándose uno de los más brillantes de la historia.
ALEMANIA 1974: Fiasco mexicano
Alemania Occidental organizó el X Campeonato del Mundo de Futbol. Para ello, desplegó su enorme capacidad organizativa y puso a disposición grandes y hermosos estadios. Además, se diseñó un nuevo trofeo, llamado Copa FIFA, para sustituir al anterior, que obtuvo Brasil definitivamente. Quien ganara la competencia, lo conservaría hasta el siguiente torneo, y se le daría una réplica más pequeña.
Las eliminatorias produjeron la gran sorpresa de la eliminación de Inglaterra por parte de Polonia, lo que para los británicos fue “el fin del mundo”. Holanda volvió al torneo luego de no asistir desde 1938 y España quedó fuera de nuevo, tras caer ante Yugoslavia. Debutó, asimismo, la selección de Alemania Oriental, y Francia volvió a la competencia a costa de la Unión Soviética. Checoslovaquia, otro asiduo participante, esta vez fue apeado por Escocia, que salvó el honor del futbol británico. Por Asia, participó Australia, y por África, Zaire.
México, por su parte, fue un fracaso. Luego de una primera fase clasificatoria, en la que dejó fuera a Estados Unidos (3-1 y 2-1) y a Canadá (1-0 y 2-1), pasó al hexagonal final, nueva forma de calificación en la que competían los ganadores de cada zona de Concacaf, todos contra todos, en una sola sede, que en esa ocasión fue Haití. El Tri no pudo superar a Guatemala (0-0) ni a Honduras (1-1). Aunque aplastó 8-0 a Antillas Holandesas, fue a su vez goleado 4-0 por Trinidad y Tobago, con tantos del velocísimo Everald Cummings. Dado que los haitianos habían ganado todos sus duelos anteriores, su derrota (0-1) ante los aztecas ya no tuvo ningún impacto. El resultado fue una auténtica debacle para el futbol mexicano.
La “naranja mecánica”
Holanda fue la sensación del torneo mundialista, con un esquema de juego denominado “futbol total”, que desarrollaba bajo la batuta del gran Johan Cruyff, respaldado por jugadores como Ruud Krol, Johan Neeskens, Johnny Rep y Rob Rensenbrink. La “naranja mecánica”, como se le llama desde entonces, fue verdugo de Uruguay en la fase de grupos (2-0), luego goleó a Argentina 4-0 y se impuso a Brasil 2-0 en la segunda ronda.
Polonia, que había sido campeón olímpico en Múnich 1972, fue otro equipo llamativo del campeonato, con un sistema netamente ofensivo en el que destacaban el capitán Kazimierz Deyna, el portero Jan Tomaszewski, el defensa Jerzy Gorgon, el medio Henryk Kasperczac y los delanteros Robert Gadocha, Grzegorz Lato y Andrzej Szarmach. Derrotó en la primera fase a Argentina 3-2 e impuso a los haitianos un demoledor 7-0.
En la fase de grupos, Brasil calificó en segundo lugar, debajo de Yugoslavia y apenas por diferencia de goles sobre Escocia. Destaca aquí la paliza que dieron los balcánicos a los inocentes leopardos de Zaire: 9-0. Por su lado, el cuadro de casa avanzó ganando a Chile y Australia, pero sorprendentemente perdió frente a Alemania Oriental un choque cargado de ideología política. Los germanos del este también calificaron.
A su vez, los andinos tuvieron la mala suerte de que se lesionara Carlos Reinoso en el primer encuentro, pivote de un conjunto cuya columna vertebral la formaban también el extraordinario defensa Elías Figueroa, Carlos Caszely, delantero, y varios futbolistas que actuaban en México: Alberto Quintano, Juan Rodríguez Vega y Osvaldo Castro.
Los charrúas quedaron fuera, vencidos por holandeses y suecos, en un bloque en el que también Bulgaria emprendió pronto el regreso. Finalmente, Italia también dijo adiós pronto, derrotado por los polacos y al quedar debajo de los pamperos por diferencia de goles.
Para la segunda ronda se estableció un nuevo sistema, integrándose dos grupos con cuatro equipos cada uno, cuyos ganadores jugarían la final y los segundos puestos dirimirían el tercer lugar. Así, quedaron sin posibilidades Argentina y Alemania Oriental en un bloque, y Suecia y Yugoslavia en el otro. El triunfo ya mencionado de los holandeses sobre los amazónicos los llevó a la final. El otro duelo decisivo, entre Alemania Occidental y Polonia, se inclinó en favor del primero (1-0) en un día frío y muy lluvioso.
Polonia se impuso al scratch con un gol de Lato en el juego por el tercer puesto, mientras que los alemanes, contra todo pronóstico, lograron derrotar a los holandeses 2-1 en el encuentro final, a pesar de verse abajo desde el primer minuto, tras un pénalti cometido a Cruyff. Empataron con otro tiro de castigo, ejecutado por Paul Breitmner, y el inefable Müller consiguió el gol del campeonato. Fue la consagración para una gran generación, encabezada por Beckenbauer, al que acompañaban el portero Sepp Maier, Breitner, el gran zurdo Wolfgang Overath, Müller y el extremo Jürgen Grabowski, entre otros.
El campeón de goleo fue el polaco Lato, con siete anotaciones.
Benjamín Segoviano
Profesor de carrera, periodista de oficio y vagabundo irredento. Amante de la noche, la música, los libros, el futbol, la cerveza y el cine. Inclinado a escribir acerca de mi ciudad, mi país y su gente, con feliz disposición a la plática entre amigos y a los viajes por el territorio nacional, en un perenne intento de reflejar en escritos esas experiencias.