La tía Politik

Querides, aquí reportándose su columnista de confianza, con café en mano y la ceja levantada, porque la política guanajuatense está más revuelta que el cajón de los cables que juramos “un día voy a ordenar”. Y sí, me incluyo: también tengo un cable que no sé de qué es, pero me da miedo tirarlo… igualito que algunos partidos con sus personajes.
Resulta que en Morena la novela no para. Ahora el capítulo es la pelea por la coordinación del grupo parlamentario en el Congreso de Guanajuato. Ricardo Ferro quiere la silla, y sí, tiene su club de fans, pero no consigue el pase VIP de todos. Miriam Reyes —sí, la hermana del senador Emanuel Reyes— ya tuvo su baile en la pasada legislatura y, como diría mi abuela, “dos fiestas seguidas nomás las aguanta la quinceañera rica del barrio”. Y parece que en Morena ya no quieren que el senador tenga tanta pista para bailar.
Mientras tanto, David Martínez no mueve un dedo para resolverlo… porque el pleito le conviene. No es solo la coordinación, es la presidencia de la Junta de Gobierno: el verdadero pastel, y David quiere quedarse con la rebanada más grande.
Y si creen que en el Verde la cosa está tranquila, ja-ja-ja (risa en eco). Ahí también se cuecen habas y hasta se queman. La senadora Virginia “Kikis” Magaña logró su berrinche de la dirigencia estatal, pero la militancia todavía no le perdona dos cosas: la traición a Sergio Contreras y su cercanía con el morenista Ricardo Sheffield.
El Verde sigue siendo territorio de Sergio y, por eso, aunque estén molestos, se mantienen institucionales. Y esa institucionalidad, miren qué curioso, le abre a Sergio las puertas para coordinar nacionalmente siete estados, incluido Guanajuato.
Pero la movida para poner a Kikis no es casualidad: detrás está el exverde Eugenio Martínez, hoy operador de Sheffield en Guanajuato. Con esta jugada, Sheffield busca un plan B para cuando en Morena le den las gracias. Es como tener otra contraseña de Netflix por si te cortan la tuya: seguir viendo la serie, pero desde otra cuenta.
En fin, amigues, viendo cómo se acomodan las sillas en estos partidos, me queda claro que aquí nadie quiere perder lugar… aunque haya que cambiarse de mesa. Y ojalá que en toda esta repartición de espacios no se les olvide que, allá afuera, la gente sigue esperando resultados y no solo capítulos nuevos de su telenovela política favorita. Porque soñar con un Congreso que trabaje por la gente no debería ser utopía… debería ser la norma.