Loth Olvera Arredondo
A 100 años de la fundación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), por decreto presidencial de Álvaro Obregón el 3 de octubre de 1921, es necesario hacer una reflexión sobre el papel que ha tenido la SEP y los alcances que ha logrado después de un centenario de existencia.
Tuvo como primer secretario al filósofo y escritor José Vasconcelos y su gran ideal de llevar la educación y la cultura a todos los mexicanos y sobretodo la gran campaña para combatir el analfabetismo que en ese tiempo ascendía a un 65.2 por ciento de habitantes mayores de 10 años que no sabían leer ni escribir.
Aunque su paso por la SEP fue apenas de un poco más de 2 años, sin embargo, fue de tal intensidad que en 100 años no ha habido otra gran hazaña educativa en nuestro país, para consolidar la educación laica, gratuita y obligatoria que mandata el Artículo 3° constitucional.
Por lo tanto, podemos decir, sin hacer una observación muy sofisticada, que sigue pendiente el ideal de Vasconcelos y que la SEP, a un siglo de su fundación, todavía no logra hacer efectivo el derecho a la educación. Quizás en justicia hay que mencionar dos momentos destacados en la historia de la educación: la escuela socialista con el presidente Lázaro Cárdenas y la creación de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) en 1959 siendo secretario de Educación, Jaime Torres Bodet.
A un siglo de distancia de la fundación de la SEP y de la gran campaña alfabetizadora de José Vasconcelos, aún hay en México 28 millones de personas que no han terminado la educación básica, de los cuales 4.4 millones no saben leer ni escribir y la escolaridad promedio en el país es de 9.7 años, es decir, de primer año de bachillerato.
Pero ¿Qué pasa, en materia educativa, en el estado que tiene como lema de gobierno “Grandeza de México”? De acuerdo con el último censo de población, en Guanajuato el asunto de la educación no es algo para presumirse.
Según datos del INEGI en el censo de población y vivienda 2020, de cada 100 personas de 15 años o más:
– 6 no tienen ningún grado escolar
– 57 tienen la educación básica terminada
– 21 finalizaron la educación media superior
– 16 concluyeron la educación superior
En grado promedio de escolaridad, el estado de Guanajuato ocupa el lugar 27 a nivel nacional, sólo por arriba de Veracruz, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, con 9.0 años de escolaridad promedio en la población de 15 años y más de edad, lo que equivale a la secundaria terminada; a nivel nacional es de 9.7 grados de escolaridad.
En Guanajuato, el 93% de niños y niñas de 6 a 14 años de edad asisten a la escuela, a nivel nacional la asistencia es del 94%. El analfabetismo también es más alto que a nivel nacional, pues en Guanajuato es de 5.3 mientras que en el país es de 4.7; esto equivale al lugar 22. El porcentaje de población de 15 a 24 años de edad que asiste a la escuela es apenas de 39, uno de los más bajos del país.
Prácticamente todos los datos sobre educación que arrojó el censo de población y vivienda 2020 con respecto al estado de Guanajuato están por debajo de la media nacional, lo que debería de ser preocupante no sólo para el sector educativo sino para toda la sociedad guanajuatense.
Si en 100 años no se ha logrado cumplir el imperativo del Artículo 3° de llevar la educación a todos los rincones del país, habrá que pensar en una nueva política educativa, que promueva una auténtica reforma educativa, que rescate la auténtica misión de la escuela, que se deje de ver a la escuela como una empresa, como un negocio; una reforma que se convierta en una verdadera revolución educativa y cultural que rescate el auténtico espíritu de la educación.
Quizá es momento de hacer un análisis mucho más serio y profundo del sistema educativo, de las políticas educativas o tal vez sea mucho mejor separar la política de la educación.
¿No seremos capaces, el magisterio, de hacer un gran frente y exigir que la educación vuelva a tener la finalidad que le es inherente? Hacer que las personas sean más libres y auténticas, y no productos en serie que respondan a intereses económicos de unos cuantos. Rescatemos el espíritu liberador de la educación y pongámosla realmente al servicio del pueblo. No hagamos de la educación un aparato más de sumisión, de control del pensamiento; sino todo lo contrario, que se convierta en un instrumento que despierte conciencias y haga al ser humano ser cada vez más persona.
Si desea hacer algún comentario, puede escribir a olvera_60@hotmail.com
Loth Olvera Arredondo, profesor jubilado. Egresado de la licenciatura en Filosofía por la UNIVA.
martes, diciembre 10, 2024
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