Benjamín Segoviano
El XVII Campeonato del Mundo de Futbol se llevó a cabo por vez primera en dos naciones: Corea del Sur y Japón, en una medida tomada para expandir el alcance de este deporte. Cada país deseaba hacerlo por su cuenta, pero ante la diversidad de opiniones la FIFA instó a los aspirantes a realizarlo conjuntamente. Aunque a regañadientes, debido a sus diferencias y resentimientos históricos, los dos aceptaron, pues la alternativa era que ambos se quedaran sin torneo.
Fue la primera vez que la competencia salía de Europa o América y la primera de Asia, así como la inicial del siglo y del milenio. Tuvo un costo altísimo, porque se construyó un gran número de estadios: 18 de los 20 que se utilizaron, con 10 sedes en cada país. A las rondas de clasificación se inscribieron 199 selecciones. Los anfitriones calificaron de oficio, e igualmente el campeón vigente -Francia-, aunque sería la última ocasión en que al monarca anterior lo beneficiaría esta norma.
En esta fase clasificatoria se dio el marcador más abultado entre selecciones dentro de torneos oficiales: Australia venció 31-0 a Samoa Americana, aunque los canguros serían eliminados por Uruguay en la repesca. No calificaron asiduos participantes como Países Bajos (Holanda), Yugoslavia y Chile, y quedaron fuera también Rumania y Colombia, que tan buena impresión habían dejado en pasados torneos. Por otro lado, debutaron China, Ecuador, Eslovenia y Senegal.
Manuel Lapuente había renunciado como director técnico del Tri, por lo que Enrique Ojitos Meza, quien había hecho una gran labor en Toluca, lo relevó en el cargo. El cuadro mexicano no tuvo que enfrentar rondas preliminares y pasó directamente a la segunda fase, en donde fue agrupado junto a Canadá, Trinidad y Tobago y Panamá. Aunque en el papel la serie no parecía complicada, el conjunto azteca terminaría superado en puntos por los trinitarios.
El inicio de la eliminatoria fue fatal: México cayó 1-0 en sus visitas a Puerto España y Panamá, aunque se repuso en casa y goleó a Trinidad 7-0 y a los canaleros 6-0, además de vencer 2-0 a Canadá. En su último partido, sacó un empate sin goles en Toronto para avanzar al hexagonal final, donde enfrentaría a los trinitarios, Costa Rica, Estados Unidos, Honduras y Jamaica.
El primer choque, frente a Estados Unidos, se perdió por 2-0 y arreció las críticas al funcionamiento del equipo, pero luego vino cierta tranquilidad con goleada de 4-0 a Jamaica y empate a uno en cancha de Trinidad y Tobago. Sin embargo, el 16 de junio de 2001, Costa Rica dio la sorpresa y derrotó al Tri en el mismísimo estadio Azteca. La presión sobre el Ojitos aumentó y se hizo insoportable cuando en la siguiente fecha el cuadro verde cayó 3-1 en Tegucigalpa. Dado que el siguiente rival sería EE.UU., se temió lo peor, así que Meza se hizo a un lado y en su lugar se nombró a Javier Aguirre.
El Vasco, consciente de la emergencia, prácticamente “disfrazó” de selección al Cruz Azul, que recién había resultado subcampeón en la Copa Libertadores de América, y lo reforzó para enfrentar al cuadro yanqui. Dio resultado: el nuevo Tri, liderado por Francisco Palencia, venció a los estadunidenses 1-0. Enseguida se visitó a Jamaica, donde una vez más la situación se complicó con un tanto tempranero de los locales. Entonces apareció la figura de Cuauhtémoc Blanco, quien hizo dos goles para dar vuelta al marcador.
Luego se obtuvo un valioso empate sin goles en San José, Costa Rica y se cobró revancha de los catrachos con un contundente 3-0 en el Azteca. Aunque en segundo puesto, la selección mexicana calificó al Mundial junto a los ticos y el equipo de las barras y las estrellas.

Un tal Landon Donovan…
Ya en el Mundial, México formó parte del Grupo G junto a Italia, Croacia y Ecuador, con sede en Japón. El debut fue promisorio: en el Estadio del Gran Cisne de Niigata, México enfrentó y venció a los croatas, tercer lugar de Francia 98, por 1-0 con pénalti ejecutado por Blanco. La alineación fue Óscar Pérez; Manuel Vidrio, Salvador Carmona, Rafael Márquez y Gerardo Torrado; Ramón Morales, Braulio Luna, Sigifredo Mercado y Gabriel Caballero; Jared Borgetti (Luis Hernández) y Cuauhtémoc Blanco (Francisco Palencia). Por su lado, Mirko Jozic había enviado a Stipe Pletikosa; Josip Simunic, Stjepan Tomas, Boris Zivkovic, Robert Jarni y Robert Kovac; Robert Prosinecki (Milan Rapaic), Niko Kovac y Zvonimir Soldo; Davor Suker (Daniel Saric) y Alen Boksic (Mario Stanic).
En su segundo encuentro, los aztecas se vieron las caras ante Ecuador, en el estadio de Miyagi. Aguirre metió a Johan Rodríguez por Sigifredo y a Jesús Arellano por Caballero, aunque estos y Luis Hernández entrarían de cambio. A su vez, Hernán Gómez envió al campo a José Cevallos; Augusto Poroso, Iván Hurtado, Ulises de la Cruz y Raúl Guerrón; Alfonso Obregón (Alex Aguinaga), Clever Chalá, Edison Méndez y Edwin Tenorio (Marlon Ayovi); Iván Kaviedes (Carlos Tenorio) y Agustín Delgado. El Tri se vio abajo desde el minuto 5, por un gol de Delgado, pero al 28’ Borgetti emparejó las cifras. En el segundo lapso, un bombazo de Torrado puso el 2-1 con que terminó el partido.
El tercer duelo de la fase de grupos, contra Italia, en el Gran Ojo de Oita, ha sido uno de los mejores que ha dado selección mexicana alguna en copas del mundo. La alineación fue la misma del partido anterior, aunque casi al final entrarían Rafael Chiquis García, Caballero y Palencia. Los europeos salieron con Gianluigi Buffon; Christian Panucci (Francesco Coco), Paolo Maldini, Fabio Cannavaro y Alessandro Nesta; Cristiano Zanetti, Damiano Tommasi y Gianluca Zambrotta; Filippo Inzaghi (Vincenzo Montella), Francesco Totti (Alessandro del Piero) y Christian Vieri.
Apoderándose del balón, México se enfrentó “de tú a tú” a su rival y estuvo cerca de vencer, aunque es justo decir que le fueron anulados dos goles a los azurri. Sin embargo, el tanto con que Borgetti abrió el marcador fue una obra maestra de juego de conjunto y dechado de técnica: Carmona recuperó el balón en su propia área con una barrida impecable; desde ahí se sucedieron 16 toques, hasta que Blanco centró desde la izquierda, siguiendo el movimiento de Jared, quien con la marca encima de Maldini saltó y giró la testa para colocar el balón al palo contrario, dejando a Buffon como estatua de sal, a los 35’. Sin duda, uno de los mejores goles de cabeza de los mundiales. Los italianos se lanzaron en pos del empate, que tras mucho esfuerzo logró Del Piero a cinco minutos del final.

Tocó en suerte a los mexicanos enfrentar en octavos de final a su más acérrimo rival: Estados Unidos. Durante muchísimo tiempo, el cuadro del país vecino no había sido contrincante de cuidado para los aztecas, pero su nivel había mejorado bastante desde los años 1990, aunque de todos modos se confiaba en un resultado favorable. Aguirre repitió su equipo titular e hizo ingresar después a Alberto García Aspe, Sigifredo y Luis Hernández. Bruce Arena, por su cuenta, mandó a Brad Friedel; Gregg Berhalter, Pablo Mastroeni (Carlos Llamosa), Tony Sanneh y Eddie Pope; John O’Brien, Eddie Lewis, Claudio Reyna y Landon Donovan; Josh Wolff (Earnie Stewart) y Brian McBride (Cobi Jones).
Los estadounidenses aplicaron un sistema que ya les había dado resultado en ocasiones anteriores: ceder la iniciativa a México y lanzar veloces contragolpes con la esperanza de que la mayor estatura y fuerza de sus jugadores les permitiera tomar ventaja, para enseguida defender con todo el marcador y, de ser posible, incrementarlo. Funcionó el libreto, pues apenas al minuto 8 un contraataque fue culminado por McBride para el 1-0. Los aztecas trataron de penetrar la defensa contraria en base a su mejor técnica, pero los rivales, bien pertrechados, resistían los embates, con base en el talento de un joven que impulsaba a los suyos hacia adelante: Landon Donovan.
Casi al comenzar el segundo tiempo, un centro mexicano al área chica fue despejada con el puño por un defensor estadunidense. Todos voltearon a ver al árbitro, que increíblemente no marcó el pénalti, que además ameritaba expulsión. En cambio, otro rapidísimo contragolpe fue culminado de cabeza precisamente por Donovan, quien puso el segundo clavo en lo que sería el ataúd tricolor, que chocó una y otra vez con la granítica muralla rival sin poder horadarla. El 2-0 no solo significó la eliminación, sino marcó una nueva etapa en los juegos contra EE.UU., que dejarían de ser un mero trámite para volverse casi cuestión de honor nacional.
Por otro lado, la aparición de Donovan fue la prueba de que el balompié de los “primos” había alcanzado la mayoría de edad, pues el mediocampista representaba en ese país un nuevo tipo de jugador, verdaderamente apasionado por el soccer y no por el beisbol, el futbol americano o el basquetbol, como era casi la regla en la tierra de Washington y Franklin. Durante años, Landon portó la estafeta de las barras y las estrellas y fue artífice de varias derrotas sufridas por el Tri, aunque ninguna tan dolorosa como la de ese 17 de junio en el Estadio Mundialista de Jeonju, Corea del Sur.
El campeón, eliminado y sin goles
El campeón Francia quedó en el Grupo A, junto a Uruguay, Dinamarca y el debutante Senegal. Los galos inauguraron el torneo, en el Estadio Mundialista de Seúl, con sorprendente derrota de 1-0 frente a los africanos, que además lograron sendos empates sin goles con los daneses y a tres con los charrúas, para calificar como sublíderes, detrás de los vikingos, primer lugar indiscutible luego de imponerse a 2-1 a los uruguayos y 2-0 a los franceses, quienes solo obtuvieron un punto producto de igualar a cero con los sudamericanos, en lo que ha sido la peor defensa de un monarca vigente.

España comandó sin discusión el Grupo B, con victorias de 3-1 sobre Eslovenia, 3-1 contra Paraguay y 3-2 frente a Sudáfrica. Los guaraníes acompañaron a los ibéricos a octavos tras empatar a dos con los africanos y derrotar 3-2 a los eslovenos. Los Bafana-Bafana se quedaron en la orilla, pues también ganaron a Eslovenia para igualar en puntos con los sudamericanos, pero con un gol menos.
En el Grupo C, Brasil solo tuvo dificultades en su triunfo de 2-1 sobre Turquía, pues sus otros oponentes cayeron por goleada: China 4-0 y Costa Rica 5-2. Los turcos, en su segundo mundial, igualmente avanzaron gracias a su empate a un gol con los ticos y a una victoria de 3-0 sobre los inocentes chinos que, vencidos también por los centroamericanos, ni dirigidos por el trotamundos Bora Milutinovic pudieron sumar al menos un punto.
Corea del Sur, Portugal, Polonia y Estados Unidos conformaron el Grupo D. Los portugueses, ligeramente favoritos, solo lucieron al golear a los polacos 4-0, mas perdieron sus restantes encuentros: 3-2 frente a EE.UU. y 1-0 con los coreanos, que también derrotaron a Polonia 2-0 e igualaron a uno frente a los estadounidenses, para liderar el grupo, seguidos por los norteamericanos, pese que éstos cayeron en el último duelo ante los centroeuropeos.
En el Grupo E, Alemania solo dejó ir un punto tras empatar con Irlanda, aplastar a Arabia Saudita por 8-0 e imponerse 2-0 a Camerún. Los irlandeses lograron el segundo lugar luego de conseguir un empate frente a Camerún y liquidar 3-0 a los árabes, quienes fueron asimismo derrotados 1-0 por los africanos, para terminar como últimos del campeonato.
El bloque más cerrado del torneo fue el F, donde Argentina se vio apeado ante la sorpresa de los expertos, que lo situaban como gran favorito debido al gran papel que había tenido en las eliminatorias y en los juegos de preparación.

Aunque los gauchos iniciaron ganando 1-0 a Nigeria, sufrieron una dolorosa derrota de 1-0 frente Inglaterra, que así cobró revancha de 1998, para finalizar con empate ante Suecia. Los escandinavos lideraron el grupo, pues además empataron 1-1 con los británicos y triunfaron 2-1 sobre los nigerianos, cuyo consuelo fue dividir puntos con los ingleses (0-0), que terminaron en segundo lugar del grupo.
Ya vimos lo que pasó en el Grupo G, que encabezó México. Nos queda el H, en el que Japón debutó con empate 2-2 frente a Bélgica e hizo valer su localía para vencer a Rusia (1-0) y Túnez (2-0). Los belgas los escoltaron gracias a la igualada a un gol con los tunecinos y a una victoria de 3-2 sobre los rusos, que habían arrancado con ilusiones -luego frustradas-, tras derrotar 2-0 a los africanos.
Brasil, pentacampeón
Ya vimos lo ocurrido entre México y Estados Unidos. Ahora analizaremos los siete juegos restantes de octavos de final, donde comenzaron a surgir sospechas en los duelos sostenidos por los coreanos.
Alemania pasó serios apuros para vencer a Paraguay por la mínima diferencia en el Estadio Mundialista de Jeju, isla de Seogwipo, en Corea. Mientras tanto, Dinamarca se desinfló y fue batida 3-0 por Inglaterra, que con sus astros David Beckham, Michael Owen, Ashley Cole, Río Ferdinand y Paul Scholes, entre otros, se apuntaba como uno de los favoritos. Senegal continuó su gran paso y superó 2-1 a Suecia en tiempo extra. En Suwon, España tuvo que ir a los pénaltis frente a Irlanda para avanzar, luego de que habían empatado a un gol.

Brasil hizo buenos los pronósticos y se impuso 2-0 a Bélgica en el Estadio de las Alas de Kobe, Japón. El cuadro nipón se vio sorprendido por Turquía y quedó eliminado por 1-0 en Miyagi. Por último, en el Estadio Mundialista de Daejeon, los coreanos lograron una polémica victoria de 2-1 frente a Italia, en un encuentro en el que las decisiones arbitrales beneficiaron descaradamente a los locales: casi al inicio, se marcó un polémico pénalti contra los azurri, que detuvo Buffon; luego se anuló a los europeos un gol que debió ser legítimo y, en el colmo, se expulsó a Totti por protestar una falta que le habían hecho dentro del área. Algunos dijeron que los italianos pagaron su deuda de 1934.
Durante los cuartos de final, arreciaron las críticas al arbitraje. En el juego Estados Unidos-Alemania, celebrado en Ulsan, los estadunidenses dejaron un grato sabor de boca, enfrentando sin complejos a los teutones, a los que dominaron por largos periodos, pero un frentazo del astro germano Michael Ballack dio el triunfo a su escuadra. Sin embargo, el silbante perdonó un claro penal a los europeos.

El escándalo creció con lo ocurrido en Gwanju, donde España cayó en pénaltis ante Surcorea, en un juego manchado por irregularidades de los árbitros, que anularon dos goles legítimos a los hispanos Baraja y Morientes. Años después, en 2015, una amplia investigación del diario italiano Corriere dello Sport demostró que altos directivos de la FIFA habían influido en las decisiones tomadas por los silbantes en los juegos de Corea del Sur contra Portugal, Italia y España, lo que llevó a la cárcel a los responsables y obligó a la FIFA a tomar medidas en la designación de las tripletas arbitrales.
En los otros dos choques, Brasil siguió su paso ascendente, en el Estadio Ecopa de Shizuoka, con una victoria inobjetable de 2-1 sobre Inglaterra, debida a dos disparos de larga distancia de Rivaldo y Ronaldinho, en el primero de los cuales algo tuvo que ver el arquero David Seaman. Owen descontó por los británicos. Finalmente, Senegal vio frenado su notable avance al perder por apenas 1-0 frente a Turquía en el Estadio Nagai de Osaka.
Las semifinales vieron así calificar a dos cuadros de amplia trayectoria, Alemania y Brasil, y a otro par con un historial mucho más modesto, algo verdaderamente novedoso. Michael Ballack fue nuevamente el salvador de los alemanes en el partido frente a Corea del Sur, celebrado en Seúl y ganado por los teutones con esa única anotación, marcador que se repitió en el Estadio de Saitama entre Brasil y Turquía, favorable a los amazónicos.

De tal forma, en la final se verían las caras uno de los cuadros más poderosos de Europa y el tetracampeón Brasil, un verdadero duelo no solo de diferentes estilos, sino de maneras de concebir el juego. Pero antes, en el Estadio Mundialista de Daegu, los turcos lograban el tercer lugar derrotando 3-2 a Surcorea, gran logro para un equipo donde destacaba el medio Hakan Sukur.
La final se efectuó en el Estadio Internacional de Yokohama, Japón. Aunque en el primer tiempo ambas escuadras tuvieron varias oportunidades, en el segundo los dirigidos por Luiz Felipe Scolari se acordaron de la vieja escuela del jogo bonito y comenzaron a jugar por nota. Entonces apareció la figura de Ronaldo, que apareció para hacer dos tantos y definir el campeonato. El triunfo de 2-0 significó la revancha de cuatro años atrás para el delantero, que así ganó no solo el título de goleador, con ocho anotaciones, sino un lugar en el Olimpo de los héroes amazónicos y le dio el quinto título al scratch du oro.

Benjamín Segoviano
Profesor de carrera, periodista de oficio y vagabundo irredento. Amante de la noche, la música, los libros, el futbol, la cerveza y el cine. Inclinado a escribir acerca de mi ciudad, mi país y su gente, con feliz disposición a la plática entre amigos y a los viajes por el territorio nacional, en un perenne intento de reflejar en escritos esas experiencias.