Redacción / Nueva York, EE.UU.
Sidney Poitier, el actor pionero e inspiración perenne que transformó la manera en la que era retratada la gente negra en pantalla y se convirtió en el primer actor negro en ganar un Premio de la Academia en un papel protagónico así como el primero en ser una potencia de la taquilla ha muerto a la edad de 94 años.
Poitier, galardonado con el Oscar en 1964 por “Lilies of the Field” (“Los lirios del valle”) falleció el jueves en su casa en Los Ángeles, de acuerdo con Latrae Rahming, director de comunicaciones del Primer Ministro de Bahamas. Previamente se había reportado la muerte de Poitier en Bahamas.
Pocos astros del cine, negros o blancos, tuvieron una influencia como de Poitier dentro y fuera de la pantalla. Antes de Poitier, quien era hijo de agricultores de tomate bahameños, ningún actor negro había tenido una carrera como actor principal o podía hacer que una película fuera producida por su poder como astro. Antes de Poitier a pocos actores negros se les permitía salirse de los estereotipos de sirvientes temerosos o artistas alegres. Antes de Poitier, los cineastas de Hollywood pocas veces intentaban contar la historia de una persona negra.
Intérprete, director, actor, activista y diplomático
El intérprete, director, activista y diplomático estadounidense de origen bahameño fue un auténtico ídolo de Hollywood, con medio centenar de películas a sus espaldas, entre las que destacan “To Sir, with Love”, “In the Heat of the Night” y “Guess Who’s Coming to Dinner”, estrenadas entre junio y diciembre de 1967 – justo cuando las calles ardían-, éxitos que cimentaron su icónico estatus en la sociedad estadounidense.
Esas interpretaciones, que en mayor o menor medida hablaban del racismo en EE.UU., ayudaron a derribar las barreras sociales entre afroamericanos y blancos, y le convirtieron en la primera gran estrella negra de la industria.
Su figura fue un bálsamo para el público, alguien con la contención de Martin Luther King en plena era de rebeldía y convulsión. Sus películas mostraron la división estadounidense, pero también las ganas y el deseo de unirse para dejar atrás la confrontación, un mensaje que quedó grabado a fuego en el rostro impávido del actor, imagen de la resistencia y estandarte de la dignidad en unos tiempos donde el cine pedía a gritos la figura de un héroe que ejemplificara esa lucha por la igualdad.
Y Poitier no sólo aceptó ese rol, sino que agitó las conciencias. “Los negros que aparecían en las películas cuando yo empezaba siempre eran estereotipos negativos: payasos, mayordomos arrastrados, inadaptados… Yo elegí no formar parte de esos tópicos. Quiero que mis hijos se vean reflejados en el cine”, explicaba el intérprete en 1967.
Que Poitier naciese en EE.UU. fue fortuito. Sus padres, ciudadanos de las Bahamas y propietarios de una granja de tomates, viajaron a Miami a vender la cosecha cuando su madre dio a luz de forma prematura. Poitier nació el 20 de febrero de 1927.
Sufre el racismo
Solo entonces comenzó a comprobar el racismo que existía en aquel país que comenzaba a ser su hogar, adonde acudió con un encargo de su madre: «Cautívalos, hijo. Haz que sean neutrales». Sin educación, sin apenas dinero pero con la firme determinación de convertirse en artista, Poitier se fue a Nueva York en busca de oportunidades, aunque al principio pasara más tiempo lavando platos que aprendiendo a leer.
En 1945 entró en un programa de educación teatral y, apenas cinco años después, logró su primer papel en una película: “No Way Out”, dirigida por un Joseph L. Mankiewicz que se había propuesto rodar películas que dieron protagonismo a artistas afroamericanos.
Después llegarían títulos como “Blackboard Jungle” (1955), “Edge of the City” (1957), “The Defiant Ones” (1958), “A Raisin in the Sun” (1961) o “Pressure Point” (1962), antes de que ganara el Oscar y enlazara las tres películas que lo solidificaron como un talento trascendente.
Poitier alcanzó la cima en 1967 con tres de las películas más notables: “To Sir, With Love” (“Al maestro, con cariño”) en la que interpretaba a un maestro que se gana a sus estudiantes rebeldes en una secundaria de Londres; “In the Heat of the Night” (“Al calor de la noche”) como el determinado detective de la policía Virgil Tibbs; y en “Guess Who’s Coming to Dinner” (“¿Sabes quién viene a cenar?”) como un doctor que desea casarse con una mujer blanca que conoce recientemente y cuyos padres eran interpretados por Spencer Tracy y Katharine Hepburn en su última película juntos.
Más adelante, en las décadas de 1970, 1980 y 1990, se aventuró en la dirección de películas como “Buck and the Preacher” y “Stir Crazy” -protagonizada por Gene Wilder y Richard Pryor-, aunque siguió apareciendo en obras como “Shoot to Kill”, “Little Nikita”, “Sneakers” y “The Jackal”.
Así como varias películas para televisión, recibiendo nominaciones al Emmy y al Globo de Oro como el juez de la Corte Suprema de Justicia Thurgood Marshall en la serie “Separate But Equal” y nominaciones al Emmy por su retrato de Nelson Mandela en la película para televisión “Mandela y De Klerk” (“Mandela y de Klerk”).
El público del teatro recordó al actor a través de una aclamada obra en la que era nombrado, “Six Degrees of Separation” de John Guare, sobre un defraudador que afirmaba ser el hijo de Poitier.
En años recientes una nueva generación lo conoció a través de Oprah Winfrey, quien eligió “The Measure of a Man”, para su libro club. A su vez Poitier celebró el ascenso de astros negros como Denzel Washington, Will Smith y Danny Glover: “¡Es como si la caballería viniera a relevar a las tropas! No sabes lo contento que estoy ”, dijo.
Poitier recibió numerosos premios honorarios, incluyendo un premio a la trayectoria del Instituto Estadounidense de Cine y un Oscar honorario en 2002, la misma noche que dos actores negros se llevaron el Premio de la Academia, Washington por “Training Day” (“Día de entrenamiento”) Y Halle Berry por “Monster’s Ball” (“El pasado nos condena”).
Poitier subió al escenario y, tras llevarse la mano al corazón, dijo: “Acepto este premio en recuerdo de todos los actores afroamericanos que lucharon antes que yo en los años difíciles”, con la misma pose de dignidad y compostura con la que sus más recordados personajes hacían frente a la ignorancia y el odio.
“Siempre estaré persiguiéndote Sidney”, dijo Washington, quien había entregado antes el premio honorario a Poitier, durante su discurso de agradecimiento. “Siempre estaré siguiendo tu huella. No hay nada que me gustaría hacer más, señor, nada más”.
Poitier tuvo cuatro hijas con su primera esposa, Juanita Hardy, y dos con su segunda esposa Joanna Shimkus, quien actuó con él en su película de 1969 “The Lost Man”. Su hija Sydney Tamaii Poitier actuó en series como “Veronica Mars” y “Mr. Caballero”.
Su último papel fue en el telefilme “The Last Brickmaker in America”, en 2001, un año antes de que la Academia de Hollywood le entregase un Oscar honorífico.
Su última aparición pública fue en la 86 edición de los Oscar, en 2014, donde entregó un premio junto a Angelina Jolie; en 2016 fue galardonado con un Bafta honorífico.
(Con información de AP, AFP, EFE)