“Los docentes están recibiendo su sueldo cada 15 días, ahí no nos ha faltado nada, pero pongámonos en los zapatos de las personas que se desempeñan en otros sectores y que no han tenido recursos para poder solventar las necesidades básicas de su familia, como por ejemplo, tener las clases a distancia, pueden tener la computadora, pero el pago del Internet ¿Cómo lo van a hacer?”.
Martha Delgado Zárate, diputada del PAN, secretaria de la Comisión de Educación, Ciencia y Tecnología y Cultura del Congreso del Estado.
Francisco Arellano
Desafortunada declaración de la ciudadana Delgado, como si el horno estuviera para bollos.
Aunque en el año 2000 Vicente Fox declarará, como un hecho, como era su costumbre, que todas las comunidades del noreste tenían acceso al Internet, en estos tiempos de Educación Virtual, estuviéramos en jauja.
Pero a 30 años del tan traído bien común, en la Sierra Gorda de Guanajuato brilla más el bien particular, el bien personal, un ‘Porfiriato’, con sus asegunes, del Siglo XXI.
En este contexto, ¿cómo llamar a la activación de clases presenciales a todos los niveles de educación?
No puede negarse la urgencia del contacto físico, emocional, social y cognitivo, de los estudiantes de todos los niveles de educación.
Sin embargo, ni existen las condiciones materiales mínimas de infraestructura, ni nutricionales, ni sanitarias, ni de conectividad, ni de movilidad, ni de recursos humanos; que acerquen al estudiantado a “la panacea de la grandeza de Guanajuato, la misteriosa mentefactura”.
¿Cómo pedir sana distancia a los estudiantes de preescolar, cuando lo que más necesitan son abrazos?
¿Cómo pedir a los padres de familia que motiven a sus hijos a la lectura, cuando nunca ha sido una de sus prioridades y ni siquiera cuentan en su casa con un remedo de biblioteca? ¿Cómo pedir a los estudiantes de los niveles medio y medio superior pasividad, cuando la efusividad es norma de su vida?
La responsabilidad se le pasa a los padres de familia, a los estudiantes y a los docentes; mientras la alta burocracia -administrativa y sindical- se mantiene apoltronada en su burbuja, “recibiendo puntualmente sus quincenas”.
Además de que no puede negarse el crecimiento exponencial de los contagios -y defunciones-, en las comunidades rurales del noreste del estado, de la población entre 13 y 25 años; aunado a que un alto porcentaje de docentes tienen comorbilidades.
Mientras que la doble moral permita los festejos masivos, profanos y pastorales, no habrá condiciones para acercarse a “una vieja normalidad”.
El rasgo distintivo en la Sierra Gorda de Guanajuato, a pesar de 30 años de “bien común”, sigue siendo la pobreza, seguimos catalogados en las estadísticas, como poblaciones de alta y muy alta marginación, con estos distintivos es imposible regresar a las clases presenciales; los docentes corren el riesgo de convertirse en los agoreros de los contagios.
APÉNDICE
El agua del Río Santa María, que alimenta la Cuenca del Pánuco, no es susceptible de negociación para llevar agua al Bajío. Pues, además de ser Reserva de Agua, es parte fundamental de los ecosistemas que conforman las dos Reservas de la Biosfera de la Sierra Gorda, tanto de Querétaro, como de Guanajuato, así como de la Huasteca.
Francisco Arellano, chichimeca, egresado de la licenciatura en Filosofía, de la Universidad de Guanajuato, promotor cultural, andante de la Sierra Gorda.